viernes, 20 de enero de 2017

El  devastado  Táchira  fronterizo 
Mario Valero Martínez  

                Probablemente piensan que individuos y colectividades son torpes de memoria. Tal vez tengan escrito en sus guiones revolucionarios que lo prometido hoy, se olvida mañana. Lo cierto es que ofrecen e improvisan, cada semana decretan una medida peor que la anterior. Pero como las repercusiones son nefastas y la cotidianidad callejera los pone en evidencia, entonces inventan culpables externos que buscan hasta en desgastadas rayas fronterizas. Mienten, manipulan, marginan y amenazan constantemente.
                En ese libreto nacional se subrayan los calificativos ofensivos y denigrantes que tienen sus especificidades locales. En el recuerdo reciente emerge la “bolivariana” afirmación dirigida a los habitantes del Táchira “ser gochos es ser brutos, cochino, asqueroso, pecueco”; del oscuro rincón afloran palabras e imágenes reprimidas que expresan los deseos alojados en sombríos laberintos de quien los proyecta. Seguramente todo esto forma parte del legado que les dejó su Comandante Supremo quien al parecer tenía inquina por esas tierras andinas; como olvidar el menosprecio territorial cuando señaló que a monseñor Tal, afecto a sus planes, “por allá lo tienen en San Cristóbal, la conferencia episcopal lo mando casi al exilio”. La lectura es simple, la ciudad interiorana y la provincia es castigo terrenal.
                Pero no sólo han sido o son frases para el público de sus graderías, también se trata de acciones que manchan el paisaje, lo devastan. Algunas obedecen a la desastrosa gestión gubernamental a escala nacional, otras en cambio son desatinadas políticas regionales o locales.
                Ambas vertientes mantienen su hilo de complicidad y son responsables del profundo deterioro del estado Táchira. No es nueva esta situación, pero la verdad es que en esta última década se ha acelerado considerablemente. La productividad tachirense se encuentra en veloz caída; ya en el año 2014 mostraba alarmantes síntomas al registrarse en 56% el descenso de la producción y 65% en las ventas, según la información recabada por el gremio de comerciantes e industriales. Los factores principales apuntaban a la escasez de materia prima, la mala situación económica e incremento de costos, agregándose las políticas de regulación y control cambiario.
                 Nada distinto a lo ocurrido en el resto de Venezuela, pero en el caso del Táchira se agudizó en años sucesivos con la irresponsable política de las fronteras que afectó a medianos y pequeños empresarios y comerciantes en los municipios limítrofes. Esto fue parte de la coartada para tratar de ocultar los estrepitosos fracasos gubernamentales.
                Militarizaron la frontera, la convirtieron en escenario de guerras ficticia. Implementaron múltiples controles, incluso un dispositivo electrónico (chip o tag) para evitar el tráfico de gasolina; con todo, el contrabando se incrementó en todas sus dimensiones. En enero del 2015 prometieron la activación de la Zona Económica Especial de la frontera y desde el gobierno estatal se anunció que en seis meses unos 32 rubros serían exportados a Estados Unidos, Europa, Colombia, Centroamérica e Islas del Caribe, pero en agosto del mismo año decretaron abrupta y represivamente el cierre de las fronteras con Colombia; las negativas consecuencias se sintieron de inmediato.
                Prometieron nueva frontera y los municipios fronterizos hoy están en ruina. En el año 2016 anunciaron la apertura de la frontera, pero solo fue un parcial tránsito regulado para peatones, aunque ¡sorpresa! el gobierno estatal apareció ofertando productos importados de Colombia ¿Cómo pasaron al Táchira? Todo un misterio. Crearon estaciones de gasolina con precios internacionales en San Cristóbal cuando la frontera estaba cerrada para el libre tránsito vehicular. Luego anunciaron la apertura de estaciones de servicio para la venta de gasolina en pesos, así como la reapertura de casas de cambio insinuando acuerdos con Colombia, pero la cancillería del vecino país los desmintió, agregando que el gobierno y los gremios empresariales no están interesados en abrir estos espacios.  Ahora pretenden imponer en la opinión pública que el cierre fronterizo es culpa del vecino.
Se entramparon con las fronteras, obviaron la importancia de las relaciones transfronterizas, también su geografía cultural. Deterioran así, otra de las potencialidades básicas del estado Táchira. Arruinaron las fronteras más dinámicas de América Latina. Entretanto los tachirenses siguen la ruta del empobrecimiento generalizado. Ahora anuncian que para los estados fronterizos no se circulará, por ahora, el nuevo cono monetario; el país dividido hasta en el uso de sus monedas. Complejo panorama el que se vislumbra.


NOTA: Este artículo fue publicado en el Diario La Nación, Táchira-Venezuela. El 19/01/2017  http://lanacionweb.com/columnas/opinion/el-devastado-tachira-fronterizo/



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