El devastado Táchira fronterizo
Mario Valero Martínez
Probablemente
piensan que individuos y colectividades son torpes de memoria. Tal vez tengan
escrito en sus guiones revolucionarios que lo prometido hoy, se olvida mañana. Lo
cierto es que ofrecen e improvisan, cada semana decretan una medida peor que la
anterior. Pero como las repercusiones son nefastas y la cotidianidad callejera
los pone en evidencia, entonces inventan culpables externos que buscan hasta en
desgastadas rayas fronterizas. Mienten, manipulan, marginan y amenazan
constantemente.
En
ese libreto nacional se subrayan los calificativos ofensivos y denigrantes que
tienen sus especificidades locales. En el recuerdo reciente emerge la “bolivariana”
afirmación dirigida a los habitantes del Táchira “ser gochos es ser brutos,
cochino, asqueroso, pecueco”; del oscuro rincón afloran palabras e imágenes
reprimidas que expresan los deseos alojados en sombríos laberintos de quien los
proyecta. Seguramente todo esto forma parte del legado que les dejó su
Comandante Supremo quien al parecer tenía inquina por esas tierras andinas;
como olvidar el menosprecio territorial cuando señaló que a monseñor Tal,
afecto a sus planes, “por allá lo tienen en San Cristóbal, la conferencia
episcopal lo mando casi al exilio”. La lectura es simple, la ciudad interiorana
y la provincia es castigo terrenal.
Pero
no sólo han sido o son frases para el público de sus graderías, también se
trata de acciones que manchan el paisaje, lo devastan. Algunas obedecen a la
desastrosa gestión gubernamental a escala nacional, otras en cambio son
desatinadas políticas regionales o locales.
Ambas
vertientes mantienen su hilo de complicidad y son responsables del profundo
deterioro del estado Táchira. No es nueva esta situación, pero la verdad es que
en esta última década se ha acelerado considerablemente. La productividad
tachirense se encuentra en veloz caída; ya en el año 2014 mostraba alarmantes
síntomas al registrarse en 56% el descenso de la producción y 65% en las
ventas, según la información recabada por el gremio de comerciantes e
industriales. Los factores principales apuntaban a la escasez de materia prima,
la mala situación económica e incremento de costos, agregándose las políticas
de regulación y control cambiario.
Nada distinto a lo ocurrido en el resto de
Venezuela, pero en el caso del Táchira se agudizó en años sucesivos con la irresponsable
política de las fronteras que afectó a medianos y pequeños empresarios y
comerciantes en los municipios limítrofes. Esto fue parte de la coartada para
tratar de ocultar los estrepitosos fracasos gubernamentales.
Militarizaron
la frontera, la convirtieron en escenario de guerras ficticia. Implementaron múltiples
controles, incluso un dispositivo electrónico (chip o tag) para evitar el
tráfico de gasolina; con todo, el contrabando se incrementó en todas sus
dimensiones. En enero del 2015 prometieron la activación de la Zona Económica
Especial de la frontera y desde el gobierno estatal se anunció que en seis
meses unos 32 rubros serían exportados a Estados Unidos, Europa, Colombia,
Centroamérica e Islas del Caribe, pero en agosto del mismo año decretaron abrupta
y represivamente el cierre de las fronteras con Colombia; las negativas consecuencias
se sintieron de inmediato.
Prometieron
nueva frontera y los municipios fronterizos hoy están en ruina. En el año 2016
anunciaron la apertura de la frontera, pero solo fue un parcial tránsito
regulado para peatones, aunque ¡sorpresa! el gobierno estatal apareció
ofertando productos importados de Colombia ¿Cómo pasaron al Táchira? Todo un
misterio. Crearon estaciones de gasolina con precios internacionales en San
Cristóbal cuando la frontera estaba cerrada para el libre tránsito vehicular.
Luego anunciaron la apertura de estaciones de servicio para la venta de
gasolina en pesos, así como la reapertura de casas de cambio insinuando
acuerdos con Colombia, pero la cancillería del vecino país los desmintió, agregando
que el gobierno y los gremios empresariales no están interesados en abrir estos
espacios. Ahora pretenden imponer en la
opinión pública que el cierre fronterizo es culpa del vecino.
Se entramparon con las
fronteras, obviaron la importancia de las relaciones transfronterizas, también
su geografía cultural. Deterioran así, otra de las potencialidades básicas del
estado Táchira. Arruinaron las fronteras más dinámicas de América Latina.
Entretanto los tachirenses siguen la ruta del empobrecimiento generalizado. Ahora
anuncian que para los estados fronterizos no se circulará, por ahora, el nuevo cono
monetario; el país dividido hasta en el uso de sus monedas. Complejo panorama
el que se vislumbra.
NOTA: Este artículo fue publicado en
el Diario La Nación, Táchira-Venezuela. El 19/01/2017 http://lanacionweb.com/columnas/opinion/el-devastado-tachira-fronterizo/
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