jueves, 24 de noviembre de 2016

La sombra de la Xenofobia y el racismo
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

Entrado el siglo XXI con la globalización y las tecnologías de información en plenitud expansiva, recordamos que hace varias décadas se argumentaba sobre las profundas modificaciones territoriales del futuro, apuntando a la reconfiguración de un mundo sin fronteras e interconectado en todas sus escalas geográficas. En esos contextos se debatió entre interculturalidad y multiculturalidad que, a pesar de sus diferencias discursivas, preveían la reducción de la xenofobia y el racismo. Estas miradas permitieron evaluar hace ocho años como avance significativo, la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y aunque se advirtió que quedaban muchos prejuicios por desmontar, se percibió como un aliciente ejemplificador que verificaba indetenibles cambios en las relaciones humanas.
Pero no todo ha resultado como se auguraba. En medio de las transformaciones del modelo territorial y las conquistas de derechos humanos fundamentales, han surgido inesperados eventos socio-espaciales y políticos que advierten peligrosas regresiones. En Europa por ejemplo, han proliferado la construcción de muros y vallas fronterizas como medida para contener los movimientos migratorios que por diversas causas (refugio, asilo, hambrunas, empleos) se desplazan a los países de la Comunidad Europea. Esto, en parte, ha motivado el fuerte resurgimiento de posturas racistas y xenófobas que sirven de plataforma para la expansión de agrupaciones políticas de derecha e izquierda ocultadas en rancias posiciones nacionalistas.
No sólo Europa, América también sorprende. Bastante se ha escrito a cerca de las denigrantes opiniones del nuevo presidente de los Estados Unidos sobre los mexicanos y la construcción de nuevos muros fronterizos. Fue muy expresivo el presidente electo en la campaña electoral, no disfrazó sus intenciones, ni su escaso comportamiento ético con las mujeres; con todo eso recibió el voto favorable de la mitad del electorado. Aquí las sombras xenófobas y racistas emergen, se reorientan y esperan el momento oportuno para dar otro zarpazo; por ahora muestran intensa actividad en las redes sociales y los Leales Caballeros Blancos del Ku Klux Klan de Carolina del Norte, con la consigna “la raza de Trump unió a mi gente”, anuncian la celebración del presidente electo.  El futuro no pinta color de rosas.
En América del Sur estas sombras han mostrado sus tentáculos. Venezuela y Colombia las tienen allí, ocultas en sectores sociales y políticos que de vez en cuando despliegan en sus mapas nacionales.  Ayer fueron los problemas limítrofes, hoy las situaciones fronterizas. Basta recordar el levantamiento de alambradas para cerrar los pasos fronterizos, decretado por el gobierno de Venezuela en agosto 2015 y la arremetida contra los habitantes pobres del barrio La Invasión en San Antonio del Táchira. Represión, deportaciones, marcaje y destrucción de las casas de indocumentados, con el argumento del combate al contrabando causante de la escasez en Venezuela; luego quedó demostrado que las fronteras fueron una coartada para ocultar las verdaderas causas de la crisis venezolana. No obstante, el regodeo xenófobo ganó sus espacios sociales.
En ocasiones las respuestas del gobierno colombiano estuvieron salpicadas de la misma intencionalidad. En el anuncio de la deportación de 33 mujeres venezolanas de Barrancabermeja, el presidente colombiano señaló que esa medida trataba de evitar “la invasión de nacionales de Venezuela”. La advertencia, si bien correspondió a una postura nacionalista en ese juego de la pequeña geopolítica, coincidió con su homólogo venezolano al desconocer la dinámica en la convivencia vecinal. En ambos casos el daño quedó en el ambiente y sentimiento anti-colombiano / anti-venezolano alimentó los patrones xenófobos binacionales.
Estas sombras se extienden a otros entornos. La gobernadora del estado de Roraima, Brasil, se declaró en emergencia y denunció la masiva llegada de venezolanos, acusándolos de generar problemas de seguridad pública, crímenes, tráfico de drogas y contrabando; de nuevo la criminalización del vecino. En Panamá un grupo denominado Frente Amplio protesta y criminaliza la migración venezolana y convocó una manifestación que por fortuna fue un fracaso. En ambos casos, se obvia la realidad venezolana, pero se expanden las miradas xenófobas.
                 Cómo estas, se podrían señalar innumerables situaciones globales y locales que vislumbran un sombrío panorama. Ojalá todo quede en pasajero momento. Y en el caso venezolano, esperamos pronto el rescate del país para el bienestar de todo aquel que lo necesite.

Publicado en Diario La Nación. San Cristóbal, Táchira. 24/11/16


Todas las fotos de este blog pertenecen al archivo de M. Valero M.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Salsa brava en tiempo de crisis
Mario Valero Martínez /

            Vivimos tiempos de sobresaltos y constante incertidumbre. Las alternativas democráticas emergentes para enfrentar la profunda crisis venezolana tropiezan con las más variadas artimañas aplicadas por la minoritaria cúpula cívico-militar que gobierna este desvanecido país. Algunas no sorprenden son casi de manual, otras se afincan en las amenazas y el miedo e invariablemente se acude al cinismo y la ofensa; todo parece indicar que se tiene la manifiesta intencionalidad de infundir la desesperanza. Esto se devela claramente en las malévolas maniobras dirigidas a impedir la petición del referendo revocatorio, pero también en la burda manipulación difundida por los medios de comunicación controlados por el gobierno, del diálogo aceptado por la oposición democrática a través de la mediación del Vaticano.
            En la difusión permanente de esos mensajes, que también sirven para aparentar imbatibilidad, afloran las expresiones y las acciones que agudizan las sospechas relacionadas con los crípticos propósitos de la cúpula gobernante, al tiempo que causan exasperación en la cotidianidad del ciudadano que debe enfrentar todos los días la laberíntica realidad callejera de la supervivencia.       
            “Ni con votos ni con balas entrarán a Miraflores” es una de esas expresiones utilizadas por estos días orientados a sembrar el pesimismo. Es una frase que podría calificarse como una bravuconada más de un presidente que perdió la brújula y el apoyo popular. Sin embargo, la sentencia es alarmante y tiene otras lecturas. “Ni con votos…” es, trasfondo, un deseo supremo de liquidar el derecho ciudadano a elegir sus opciones políticas y suprimir definitivamente la democracia que pesa en los hombros de la casta revolucionaria acostumbrada a manejar el poder a su antojo. Esto se evidencia en el desconocimiento de la Asamblea Nacional elegida por la mayoría de la gente y dentro de ella la invalidación ilegal de los tres diputados del estado Amazonas. También se aprecia en el burdo cercenamiento del apoyo popular a la convocatoria del referendo revocatorio del presidente de la República. “Ni con balas” apunta a la provocación de un violento conflicto social en que subyace la negación de la decisión libre de los ciudadanos a través de procesos electorales. Habrá que recordar además que las armas están bajo control de los agentes y actores gubernamentales.
            Pero hay otras insolentes acciones enardecedoras y actos provocadores que persiguen incidir en la percepción del desconcertado ciudadano que ve todo está perdido y sin cambios posibles. En un país donde los hospitales no tienen insumos para atender a los más necesitados, los enfermos de cáncer viven en doble angustia que le causa la terrible enfermedad y la que genera el desespero por conseguir los fármacos para tratamiento médico indicado, o los tortuosos periplos urbanos a la caza del medicamento requerido; en un país donde la inflación se traga en minutos el ingreso quincenal y el empobrecimiento de la sociedad venezolana se profundiza, en medio de esta grave crisis social y económica, sale al aire un esperpento llamado Radio Miraflores con un programa musical dedicado a la salsa, amenizado por el “mandatario nacional”. Al ver este cinismo con bailanta incluida, es inevitable recordar Juanito Alimaña interpretada por Héctor Lavoe, o esa otra canción popular Pedro Navaja de Rubén Blades. El sarcasmo no tiene límites.
Pero es el momento de no dejarse atrapar por estas artimañas y confiar en los actores y partidos concertados en la Mesa de la Unidad Democrática. Bien se sabe que algunas sus decisiones no serán del agrado de todos y seguramente cometan sus equivocaciones, aunque hay que reconocer que son más los aciertos, no obstante, es la única fórmula que nos ha conducido a la exitosa conquista de los espacios políticos así como el apoyo mayoritario del electorado. Y es la alternativa real para desplazar a esa camarilla de ineficaces del gobierno. Por cierto, no hay que temer a las divergencias que se presentan al interior de la unidad democrática, esto también forma parte del país que debemos reconstruir. @mariovalerom

Publicado en Diario La Nación. Táchira Venezuela el 10/11/2016


miércoles, 2 de noviembre de 2016

El chantaje y la bolsa de mercado
Mario Valero Martínez /@mariovalerom

            La búsqueda del bienestar es inherente a la condición humana, permanentemente exploramos las vías para alcanzar una mejor calidad de vida. Confiamos en nuestras capacidades individuales y configuramos organizaciones socio-espaciales y territoriales para optimizar nuestras oportunidades donde lo público y lo privado tienen definidos y complementarios ámbitos funcionales; en esencia también construimos espacios culturales de prevaleciente respeto a la pluralidad, la diversidad, la tolerancia y la solidaridad. En estos contextos los derechos humanos se han convertido en pilares fundamentales de la convivencia ciudadana y la imperfecta democracia en la adecuada forma de gobierno que posibilita dirimir nuestras diferencias sociopolíticas. 

         Lamentablemente este ideario se ha pulverizado en la Venezuela del siglo XXI. Hoy somos un país con profundas heridas, frágiles paisajes y pobreza cotidiana; este es el resultado de casi dos décadas de Revolución Bolivariana dirigida por una casta gobernante que se desplaza aceleradamente del autoritarismo hacia formas dictatoriales en el ejercicio del poder.  El desconocimiento del voto ciudadano que optó por elegir a una mayoría opositora en la Asamblea Nacional, la negación al derecho de expresarse en el constitucional referendo revocatorio convocado para este año 2016, el férreo y servil control de instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, son expresiones contundentes del atajo asumido; no es casualidad que ahora, sin rubor, los jefes cívico-militares revolucionarios le asignen poca importancia a los procesos electorales.

Pero hay frecuentes actos paralelos y suplementarios insoportables que confirman la naturaleza de la casta gobernante. No se trata sólo de la ruina del país, la corrupción, la represión o el incremento de la pobreza en todos los ámbitos de nuestras rutinas diarias, se trata de la profunda humillación que los operadores gubernamentales ejercen sobre la gente desesperada que acude a los espacios del mercadeo seleccionados para la venta algún producto regulado. No basta con el sometimiento  a las denigrantes colas, ni el engaño ofertado en las bolsas de mercado controlado por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), total la revolución es un comprobado timo; ahora sin tapujos y en los escenarios callejeros de obligada asistencia, los voceros gubernamentales utilizan el chantaje como mecanismo intimidatorio dirigido a quienes se benefician de las maltrechas misiones gubernamentales; sin disimulo el actual Ministro de Transporte y Obras Publicas vocifera en un acto público de su partido: “Escuálido y que firme (se refiere al referendo revocatorio) que se olvide del CLAP, …, y no lo queremos en la cola, que se olvide de la Misión Vivienda, que se olvide del Barrio Tricolor”. El personaje en cuestión reincide en estas artimañas sin inmutarse al violar los derechos humanos.

No son nuevas esas actitudes, durante estos años de Revolución Bolivariana se ha impuesto el chantaje como práctica política, lo novedoso en esta ocasión es que no son insinuaciones o discursos amenazantes en reuniones cerradas para amedrentar a empleados públicos, ahora se hace a cielo abierto. Esa es parte de la menguada fortaleza que les queda a un puñado de sujetos que se consideran dueños del país. Ya ni siquiera actúan como caporales, sencillamente muestran los rostros perversos sin la mascarada democrática.
           
         Estamos urgidos de un gobierno decente que borre del territorio venezolano cualquier chantaje envuelto en las bolsas del humillante mercado. Y aunque es un lugar común señalar que “la riqueza de una nación está en su gente”, sin embargo, en este espinoso camino por el que atravesamos habría que rescatar esa trillada aseveración e incorporarla hasta en nuestro quehacer cotidiano, para que sirva como un aliciente en la revalorización de nuestras capacidades individuales y contribuya a la necesaria reconstrucción del país. 


Este artículo fue publicado en Diario La Nación, Táchira-Venezuela el 27/10/2016 http://lanacionweb.com/columnas/opinion/el-chantaje-y-la-bolsa-de-mercado/

Posturas sin matices Mario Valero Martínez Publicado en Diario La Nación.   Táchira-Venezuela 25/05/2018 Hace unas décadas ...