viernes, 16 de diciembre de 2016


La ciudad cuatricentenaria de Ramón J. Velásquez
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

                Distorsionar la historia y desvalorizar los actores civiles con la intencionalidad de imponer la sesgada y autoritaria visión militarista ha sido el persistente empeño de quienes se han aferrado al poder político gobernante en la Venezuela del siglo XXI. La celebración de golpes de estado y la idolatría a fracasados caudillos populistas son expresiones de esas manipulaciones que tratan de por todos los medios posibles, incluyendo el currículo escolar, de borrar la civilidad y trastocar hasta la geografía cultural, desplegando esbozos panfletarios contentivos de acomodaticias consignas del poder dominante.
                Se podría afirmar sin embargo que esa intencionalidad no ha tenido el éxito deseado, la resistencia para no caer en esa trampa ideológica crece y se fortalece; no obstante, se deben seguir ampliando los espacios para rescatar la memoria histórica y reivindicar las personalidades civiles que desde sus talentosas miradas han dejado vastos aportes en la compresión de Venezuela. En este contexto celebramos los actos organizados en diferentes instituciones en torno al centenario del nacimiento del historiador tachirense Ramón J. Velásquez.
                 Su obra, extensa y fructífera se ha reseñado en estos días. En el ámbito local se ha subrayado la creación de la Biblioteca de Temas y Autores Tachirenses, reflejó del permanente vínculo con su territorio natal; pero vale la pena evocar el discurso que pronunciara con motivo de la celebración cuatricentenaria de la ciudad de San Cristóbal en 1961, valiosa disertación en la que Velásquez no sólo abordó las singulares circunstancias que dieron origen a la ciudad, también trazó un perfil histórico en diversas escalas geográficas, entretejiendo acontecimientos políticos y económicos, locales y nacionales, paisajes y lugares, afectos y cotidianidades que influyeron en la configuración del territorio y del modo de ser tachirense.
                Desde las referencias a las primeras exploraciones hispánicas en tierras andinas hasta el mandato otorgado a Juan Maldonado para “ubicar un puesto de recurso,…, un alto en el camino del Nuevo Reino de Mérida” se incluyen en una narrativa que reivindica el significado geográfico de la fundación de San Cristóbal. La ciudad señala Velásquez, “aparece desde el primer día como lo que es y ha sido siempre: un muro de comprensión para la tregua”, agregando la importancia de su marcada extensión como base territorial asociada a la conformación del Táchira. Esta perspectiva se podría interpretar como una valoración geoestratégica del acto fundacional.
                Pero no se detiene allí, extiende su perspectiva al lento y pobre crecimiento colonial para recrearse en los rasgos pobladores del territorio asignado a la ciudad y la cotidianidad emergente como sustento incipiente de la futura identidad tachirense al especular que “… por el valle hasta su límite comienza el laboreo que se extiende más tarde hacia el tobogán de las montañas, va surgiendo el hombre rural. En las calles comienza el diálogo entre caballeros de traje cuidadoso y el ejemplar rudimentario, aindiado que baja de la sierra”. En el imaginario discursivo se describe el encuentro sosegado y dicotómico de la naciente espacialidad rural y el detalle estético de la ciudad embrionaria en un paisaje donde se fusiona la naturaleza y la condición humana en la construcción de la identidad local. Dice Velásquez “los movimientos telúricos, la influencia del ambiente, trazan nuestras costumbres, definen nuestros hábitos, perfilan nuestra fisonomía y hasta nos dan el modo particular de pronunciar nuestra lengua”. Es esa mixtura que dejó profundas huellas en la configuración de una geografía cultural que define lo tachirense.
                En el discurso se hilvanan la relevancia de hechos políticos como el movimiento comunero (1781) o la presencia de Simón Bolívar en dos ocasiones por estos lares (1813 y 1820), reivindicando la participación local en esos eventos. Así se adentra en la historia y la geografía describiendo detalles cotidianos en los que no faltan las disputas locales “…que afloran como rústicas rosas de montañas en las estribaciones del alma regional”.
                Y luego, la prosperidad cafetalera tachirense y el avance cultural en las últimas décadas del siglo XIX. Las disputas provincianas, los anhelos ciudadanos en su fe por la Revolución Restauradora y las traiciones de las alianzas capitalinas; el Táchira en proceso de decadencia, reprimido y abandonado por su coterráneos que se alternan en el poder político y el inicio de un indetenible movimiento migratorio acentuado en las primeras décadas del siglo XX.  “Juan Vicente Gómez fue el epígono funeral de nuestros lares” señala Velásquez.
                Tienen espacial atención las constantes referencias al Táchira fronterizo. El relato de las familias cruzando la raya, huyendo del miedo y la represión. Pero también advierte sobre el alma fronteriza de la gente tachirense como constructora de la venezolanidad.
                En estos tiempos en que el Táchira padece la crueldad gubernamental y San Cristóbal se observa en la penumbra, bien vale releer el discurso de Ramón J. Velásquez. Aquí solo hemos apuntado algunas notas sueltas. Y como señaló el ilustre historiador: “Si alegre es el paisaje muy dura ha sido la odisea de cultivarlo, de poblarlo con el rumor del huso y el arado, de levantar la casa, de rastrear el suelo, sembrar el grano y cosechar la espiga: En tamaño ejercicio de trajines, de afanes, de esperanzas se ha conformado la escultura del pueblo tachirense: hecho a la sencillez para el afecto, tallado en el dolor para la vida”.

Nota: Este artículo fue publicado en Diario La Nación- Táchira. Venezuela el 15/12/2016



jueves, 8 de diciembre de 2016

Geografía y Literatura
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

                El tema no es banal aunque tampoco novedoso. En los relatos relacionados con  la historia del saber geográfico son frecuentes los señalamientos que vinculan a sus originarios propósitos descriptivos con las narrativas literarias de la antigüedad griega. La poesía épica, en particular la Ilíada y la Odisea atribuidas con razonables dudas y dispares criterios a Homero, se presentan como las obras pioneras en el registro de reseñas y atributos geográficos, provenientes de los detallados periplos de los viajeros navegantes que trasmitían oralmente o posteriormente apuntaban en sus bitácoras, agregando mitos, leyendas y las contempladas panorámicas de la naturaleza. Con esta referencia simplemente queremos subrayar, el legendario entretejimiento que ha existido entre la geografía y la literatura.
                Al observar la contemporánea ampliación temática de los estudios geográficos se detectan los crecientes intereses por abordar las miradas que tienen los novelistas, cuentistas y poetas sobre los territorios reales o imaginados. Al mismo tiempo, varias tendencias abocadas a las investigaciones literarias han puesto los focos de atención en el análisis de los espacios geográficos y sus configuraciones paisajísticas. Esta interacción geográfico-literaria ha adquirido una vasta importancia académica y especialmente se explora como soporte orientador de las prácticas pedagógicas; pero también está generando fructíferos resultados más allá de los escolarizados muros, al incorporarse progresivamente en los lineamientos culturales de las gestiones territoriales.
                En ambos escenarios hoy es posible encontrar diversas instituciones que apoyan decididamente las investigaciones interdisciplinarias en dichas áreas y cada vez son más las administraciones locales o regionales que incluyen la literatura y sus derivaciones en turismo literario como parte de las estrategias para tratar de ampliar y aprovechar al máximo los espacios culturales. Quizá los ejemplos más evidentes se perciban en las crecientes ofertas que invitan a realizar los recorridos urbanos, trazando como itinerarios referenciales las visuales sobre la ciudad aportadas por los escritores en sus textos literarios. En muchos casos, esas propuestas se apoyan también en las digitalizadas cartografías elaboradas a través los sistemas de información geográfica con el propósito de proyectar, nítidamente, estos recorridos en los espacios virtuales.
                En español, con sus puntos, comas, interrogantes y puntos suspensivos, existe un fantástico abanico de obras en las que los literatos recrean los diversos escenarios geográficos, ofreciendo otras perspectivas para descifrar, comprender y explicar, por ejemplo, los paisajes, las ciudades o las cotidianidades de sus calles. Pero no ha de extrañar que en esas andanzas geográfico-literarias, tropecemos en este siglo XXI con individualidades atrapadas en alguna huella decimonónica del parroquiano ruralismo latinoamericano que, en correspondencia con la defensa de la rígida parcela disciplinar, dictamine, sentencie: eso no procede. Entonces habrá que rebelarse y continuar por los senderos exploratorios de los territorios culturales.

Publicado en Diario La Nación-Táchira-Venezuela 05/06/2015
http://www.lanacion.com.ve/columnas/opinion/geografia-y-literatura/

jueves, 24 de noviembre de 2016

La sombra de la Xenofobia y el racismo
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

Entrado el siglo XXI con la globalización y las tecnologías de información en plenitud expansiva, recordamos que hace varias décadas se argumentaba sobre las profundas modificaciones territoriales del futuro, apuntando a la reconfiguración de un mundo sin fronteras e interconectado en todas sus escalas geográficas. En esos contextos se debatió entre interculturalidad y multiculturalidad que, a pesar de sus diferencias discursivas, preveían la reducción de la xenofobia y el racismo. Estas miradas permitieron evaluar hace ocho años como avance significativo, la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y aunque se advirtió que quedaban muchos prejuicios por desmontar, se percibió como un aliciente ejemplificador que verificaba indetenibles cambios en las relaciones humanas.
Pero no todo ha resultado como se auguraba. En medio de las transformaciones del modelo territorial y las conquistas de derechos humanos fundamentales, han surgido inesperados eventos socio-espaciales y políticos que advierten peligrosas regresiones. En Europa por ejemplo, han proliferado la construcción de muros y vallas fronterizas como medida para contener los movimientos migratorios que por diversas causas (refugio, asilo, hambrunas, empleos) se desplazan a los países de la Comunidad Europea. Esto, en parte, ha motivado el fuerte resurgimiento de posturas racistas y xenófobas que sirven de plataforma para la expansión de agrupaciones políticas de derecha e izquierda ocultadas en rancias posiciones nacionalistas.
No sólo Europa, América también sorprende. Bastante se ha escrito a cerca de las denigrantes opiniones del nuevo presidente de los Estados Unidos sobre los mexicanos y la construcción de nuevos muros fronterizos. Fue muy expresivo el presidente electo en la campaña electoral, no disfrazó sus intenciones, ni su escaso comportamiento ético con las mujeres; con todo eso recibió el voto favorable de la mitad del electorado. Aquí las sombras xenófobas y racistas emergen, se reorientan y esperan el momento oportuno para dar otro zarpazo; por ahora muestran intensa actividad en las redes sociales y los Leales Caballeros Blancos del Ku Klux Klan de Carolina del Norte, con la consigna “la raza de Trump unió a mi gente”, anuncian la celebración del presidente electo.  El futuro no pinta color de rosas.
En América del Sur estas sombras han mostrado sus tentáculos. Venezuela y Colombia las tienen allí, ocultas en sectores sociales y políticos que de vez en cuando despliegan en sus mapas nacionales.  Ayer fueron los problemas limítrofes, hoy las situaciones fronterizas. Basta recordar el levantamiento de alambradas para cerrar los pasos fronterizos, decretado por el gobierno de Venezuela en agosto 2015 y la arremetida contra los habitantes pobres del barrio La Invasión en San Antonio del Táchira. Represión, deportaciones, marcaje y destrucción de las casas de indocumentados, con el argumento del combate al contrabando causante de la escasez en Venezuela; luego quedó demostrado que las fronteras fueron una coartada para ocultar las verdaderas causas de la crisis venezolana. No obstante, el regodeo xenófobo ganó sus espacios sociales.
En ocasiones las respuestas del gobierno colombiano estuvieron salpicadas de la misma intencionalidad. En el anuncio de la deportación de 33 mujeres venezolanas de Barrancabermeja, el presidente colombiano señaló que esa medida trataba de evitar “la invasión de nacionales de Venezuela”. La advertencia, si bien correspondió a una postura nacionalista en ese juego de la pequeña geopolítica, coincidió con su homólogo venezolano al desconocer la dinámica en la convivencia vecinal. En ambos casos el daño quedó en el ambiente y sentimiento anti-colombiano / anti-venezolano alimentó los patrones xenófobos binacionales.
Estas sombras se extienden a otros entornos. La gobernadora del estado de Roraima, Brasil, se declaró en emergencia y denunció la masiva llegada de venezolanos, acusándolos de generar problemas de seguridad pública, crímenes, tráfico de drogas y contrabando; de nuevo la criminalización del vecino. En Panamá un grupo denominado Frente Amplio protesta y criminaliza la migración venezolana y convocó una manifestación que por fortuna fue un fracaso. En ambos casos, se obvia la realidad venezolana, pero se expanden las miradas xenófobas.
                 Cómo estas, se podrían señalar innumerables situaciones globales y locales que vislumbran un sombrío panorama. Ojalá todo quede en pasajero momento. Y en el caso venezolano, esperamos pronto el rescate del país para el bienestar de todo aquel que lo necesite.

Publicado en Diario La Nación. San Cristóbal, Táchira. 24/11/16


Todas las fotos de este blog pertenecen al archivo de M. Valero M.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Salsa brava en tiempo de crisis
Mario Valero Martínez /

            Vivimos tiempos de sobresaltos y constante incertidumbre. Las alternativas democráticas emergentes para enfrentar la profunda crisis venezolana tropiezan con las más variadas artimañas aplicadas por la minoritaria cúpula cívico-militar que gobierna este desvanecido país. Algunas no sorprenden son casi de manual, otras se afincan en las amenazas y el miedo e invariablemente se acude al cinismo y la ofensa; todo parece indicar que se tiene la manifiesta intencionalidad de infundir la desesperanza. Esto se devela claramente en las malévolas maniobras dirigidas a impedir la petición del referendo revocatorio, pero también en la burda manipulación difundida por los medios de comunicación controlados por el gobierno, del diálogo aceptado por la oposición democrática a través de la mediación del Vaticano.
            En la difusión permanente de esos mensajes, que también sirven para aparentar imbatibilidad, afloran las expresiones y las acciones que agudizan las sospechas relacionadas con los crípticos propósitos de la cúpula gobernante, al tiempo que causan exasperación en la cotidianidad del ciudadano que debe enfrentar todos los días la laberíntica realidad callejera de la supervivencia.       
            “Ni con votos ni con balas entrarán a Miraflores” es una de esas expresiones utilizadas por estos días orientados a sembrar el pesimismo. Es una frase que podría calificarse como una bravuconada más de un presidente que perdió la brújula y el apoyo popular. Sin embargo, la sentencia es alarmante y tiene otras lecturas. “Ni con votos…” es, trasfondo, un deseo supremo de liquidar el derecho ciudadano a elegir sus opciones políticas y suprimir definitivamente la democracia que pesa en los hombros de la casta revolucionaria acostumbrada a manejar el poder a su antojo. Esto se evidencia en el desconocimiento de la Asamblea Nacional elegida por la mayoría de la gente y dentro de ella la invalidación ilegal de los tres diputados del estado Amazonas. También se aprecia en el burdo cercenamiento del apoyo popular a la convocatoria del referendo revocatorio del presidente de la República. “Ni con balas” apunta a la provocación de un violento conflicto social en que subyace la negación de la decisión libre de los ciudadanos a través de procesos electorales. Habrá que recordar además que las armas están bajo control de los agentes y actores gubernamentales.
            Pero hay otras insolentes acciones enardecedoras y actos provocadores que persiguen incidir en la percepción del desconcertado ciudadano que ve todo está perdido y sin cambios posibles. En un país donde los hospitales no tienen insumos para atender a los más necesitados, los enfermos de cáncer viven en doble angustia que le causa la terrible enfermedad y la que genera el desespero por conseguir los fármacos para tratamiento médico indicado, o los tortuosos periplos urbanos a la caza del medicamento requerido; en un país donde la inflación se traga en minutos el ingreso quincenal y el empobrecimiento de la sociedad venezolana se profundiza, en medio de esta grave crisis social y económica, sale al aire un esperpento llamado Radio Miraflores con un programa musical dedicado a la salsa, amenizado por el “mandatario nacional”. Al ver este cinismo con bailanta incluida, es inevitable recordar Juanito Alimaña interpretada por Héctor Lavoe, o esa otra canción popular Pedro Navaja de Rubén Blades. El sarcasmo no tiene límites.
Pero es el momento de no dejarse atrapar por estas artimañas y confiar en los actores y partidos concertados en la Mesa de la Unidad Democrática. Bien se sabe que algunas sus decisiones no serán del agrado de todos y seguramente cometan sus equivocaciones, aunque hay que reconocer que son más los aciertos, no obstante, es la única fórmula que nos ha conducido a la exitosa conquista de los espacios políticos así como el apoyo mayoritario del electorado. Y es la alternativa real para desplazar a esa camarilla de ineficaces del gobierno. Por cierto, no hay que temer a las divergencias que se presentan al interior de la unidad democrática, esto también forma parte del país que debemos reconstruir. @mariovalerom

Publicado en Diario La Nación. Táchira Venezuela el 10/11/2016


miércoles, 2 de noviembre de 2016

El chantaje y la bolsa de mercado
Mario Valero Martínez /@mariovalerom

            La búsqueda del bienestar es inherente a la condición humana, permanentemente exploramos las vías para alcanzar una mejor calidad de vida. Confiamos en nuestras capacidades individuales y configuramos organizaciones socio-espaciales y territoriales para optimizar nuestras oportunidades donde lo público y lo privado tienen definidos y complementarios ámbitos funcionales; en esencia también construimos espacios culturales de prevaleciente respeto a la pluralidad, la diversidad, la tolerancia y la solidaridad. En estos contextos los derechos humanos se han convertido en pilares fundamentales de la convivencia ciudadana y la imperfecta democracia en la adecuada forma de gobierno que posibilita dirimir nuestras diferencias sociopolíticas. 

         Lamentablemente este ideario se ha pulverizado en la Venezuela del siglo XXI. Hoy somos un país con profundas heridas, frágiles paisajes y pobreza cotidiana; este es el resultado de casi dos décadas de Revolución Bolivariana dirigida por una casta gobernante que se desplaza aceleradamente del autoritarismo hacia formas dictatoriales en el ejercicio del poder.  El desconocimiento del voto ciudadano que optó por elegir a una mayoría opositora en la Asamblea Nacional, la negación al derecho de expresarse en el constitucional referendo revocatorio convocado para este año 2016, el férreo y servil control de instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, son expresiones contundentes del atajo asumido; no es casualidad que ahora, sin rubor, los jefes cívico-militares revolucionarios le asignen poca importancia a los procesos electorales.

Pero hay frecuentes actos paralelos y suplementarios insoportables que confirman la naturaleza de la casta gobernante. No se trata sólo de la ruina del país, la corrupción, la represión o el incremento de la pobreza en todos los ámbitos de nuestras rutinas diarias, se trata de la profunda humillación que los operadores gubernamentales ejercen sobre la gente desesperada que acude a los espacios del mercadeo seleccionados para la venta algún producto regulado. No basta con el sometimiento  a las denigrantes colas, ni el engaño ofertado en las bolsas de mercado controlado por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), total la revolución es un comprobado timo; ahora sin tapujos y en los escenarios callejeros de obligada asistencia, los voceros gubernamentales utilizan el chantaje como mecanismo intimidatorio dirigido a quienes se benefician de las maltrechas misiones gubernamentales; sin disimulo el actual Ministro de Transporte y Obras Publicas vocifera en un acto público de su partido: “Escuálido y que firme (se refiere al referendo revocatorio) que se olvide del CLAP, …, y no lo queremos en la cola, que se olvide de la Misión Vivienda, que se olvide del Barrio Tricolor”. El personaje en cuestión reincide en estas artimañas sin inmutarse al violar los derechos humanos.

No son nuevas esas actitudes, durante estos años de Revolución Bolivariana se ha impuesto el chantaje como práctica política, lo novedoso en esta ocasión es que no son insinuaciones o discursos amenazantes en reuniones cerradas para amedrentar a empleados públicos, ahora se hace a cielo abierto. Esa es parte de la menguada fortaleza que les queda a un puñado de sujetos que se consideran dueños del país. Ya ni siquiera actúan como caporales, sencillamente muestran los rostros perversos sin la mascarada democrática.
           
         Estamos urgidos de un gobierno decente que borre del territorio venezolano cualquier chantaje envuelto en las bolsas del humillante mercado. Y aunque es un lugar común señalar que “la riqueza de una nación está en su gente”, sin embargo, en este espinoso camino por el que atravesamos habría que rescatar esa trillada aseveración e incorporarla hasta en nuestro quehacer cotidiano, para que sirva como un aliciente en la revalorización de nuestras capacidades individuales y contribuya a la necesaria reconstrucción del país. 


Este artículo fue publicado en Diario La Nación, Táchira-Venezuela el 27/10/2016 http://lanacionweb.com/columnas/opinion/el-chantaje-y-la-bolsa-de-mercado/

viernes, 14 de octubre de 2016

El destructivo arco minero del Orinoco
Mario Valero Martínez / @mariovalerom
  

Es un río imponente, observado desde sus orillas se vislumbra un panorama de infinito horizonte, navegar por su aguas despierta una sensación indescriptible; con razón este río ha sido el atractivo permanente de viajeros y exploradores. Alejandro Von Humboldt escribió en Viajes a las Regiones Equinocciales “…estos rasgos inciertos de paisaje, ese carácter de soledad y grandeza, son peculiares del río Orinoco, uno de los ríos más majestuosos del mundo”. Es en verdad un prodigio de la naturaleza venezolana. Y junto al río Orinoco, desde su nacimiento en el cerro Delgado Chalbaud en el estado Amazonas en la frontera con Brasil, se configura un extenso paisaje de maravillosa biodiversidad, con atractivos naturales protegidos a través de las figuras de parques nacionales, reservas forestales, monumentos naturales y hábitat de ancestrales comunidades indígenas.
La importancia de ese ámbito paisajístico se ha inventariado en muchos trabajos académicos e informes técnicos que destacan y claman por su protección geocultural y ambiental; sugerimos, por ejemplo, la lectura de los trabajos publicados en Geo-Venezuela, editado por la Fundación Polar.
En contraste, como se ha denunciado desde décadas una parte de este vasto territorio, especialmente en el estado Bolívar, ha estado sometido a las constantes y crecientes amenazas del negativo impacto que se desprende de la actividad minera ilegal. Hoy la fiebre del oro y otros apetecidos minerales como el coltan se ha incrementado exponencialmente. Innumerables voces han advertido sobre el peligroso avance en el deterioro de reservas forestales, fuentes hídricas, fauna silvestre, asimismo sus efectos sobre la vida humana. Por ejemplo, se alerta sobre la nociva invasión y explotación minera en la cuenca hidrográfica del río Caura, el grave impacto ambiental en El Callao, tan solo para mencionar un par de lugares asechados por una destructiva actividad que se expande brutalmente. La muerte también ronda en estas zonas, la que genera el uso inadecuado del mercurio, pero también las originadas en los enfrentamientos de bandas criminales por el control minero; para muestra reciente, el pasado 5 de octubre se denunció otro acto terrorífico, esta vez en la mina Nuevo Callo fueron asesinadas once personas. Es el otro horror detrás de las minas.
En décadas pasadas se criticaron los desaciertos gubernamentales por las ineficaces medidas para la contención destructiva de esta actividad minera, hoy no es diferente pero con un agravante, el gobierno nacional oficializa el deterioro ambiental. Sólo hay que leer el Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco” para corroborar el exabrupto; hasta título del decreto 2.248 indigna y el artículo 2 que delimita la poligonal de una zona de 111.843,70 km2 para la explotación minera, escudados en la soberanía nacional, la sustentabilidad y la transición del “rentismo” petrolero, aterra.
Unos detalles adicionales que merecen especial comentario. Entre los postulados fundamentales que rigen el decreto y en nombre de una supuesta ética socialista se propone la protección y respeto de los pueblos y las comunidades indígenas así como la participación del poder popular; la paradoja, los indígenas no fueron consultados y se desconoce el articulado constitucional en la delimitación de sus prometidos territorios ancestrales; en cuanto a la participación del poder popular es pura y dura demagogia. Esto se evidencia en el antidemocrático artículo 25 del nefasto Decreto 2.248 al señalar que “ningún interés particular, gremial, sindical, de asociaciones o grupos, o sus normativas prevalecerá sobre el interés general en el cumplimiento del objetivo contenido en el presente decreto”. En esencia se reprime y liquida cualquier preocupación ciudadana por los efectos de esta explotación minera. Y no conforme con esto, las amenazas ante cualquier protesta también se oficializan en este artículo. El eco-socialismo asoma sus garras depredadoras.



Publicado en Diario La Nación Táchira-Venezuela 13/10/2016
Fotos: Archivo MVM


lunes, 3 de octubre de 2016

Revocatorio, allí estaremos
Mario Valero Martínez

      Dividieron la geografía humana de Venezuela entre apátridas y nacionalistas, patriotas y realistas, derechistas e izquierdistas; hasta en las familias penetró la fragmentación. Trazaron las zonas rojas aglutinadoras de incondicionales, impusieron como castigo la exclusión y la persecución se convirtió en eje central de unas prácticas políticas perversas. Trocearon el territorio para construir los cotos cerrados de fanatizados acólitos creando espacios impenetrables para cualquier disidente; aún retumban las pavorosas amenazas que se proyectaban desde las llamadas esquinas calientes y los colectivos armados celebrando sus cómplices fechorías en nombre de la revolución.  
           
        Hicieron de la Constitución Nacional un librillo de plastilina maleable a los deseos del Líder Supremo y sus herederos; por cierto una práctica extendida hoy en muchas instituciones donde los estatutos y las normativas internas se interpretan y adaptan a los intereses de caudillos menores. La institucionalidad, base funcionamiento del sistema democrático, se fue moldeando para garantizar por tiempo indefinido la permanencia en el poder de la casta cívico-militar bolivariana gobernante. La autocracia se fue afianzando al tiempo que extendía sus tentáculos

Y desde ese poder, avasallando, reinventando falsas simbologías históricas, desdibujando la civilidad, desvalorizando la condición ciudadana, empobreciendo cada rincón del país, impusieron otras amorfas alegorías como etiquetas adaptables para tratar de mantener el control de las enceguecidas masas. El poder, escribe Rafael López Pedraza en Hermes y sus hijos, “... es el caso más extremo de la carente imagen, en donde en lugar de imaginación lo que hay es sólo una desierta tierra baldía”. Se podría pensar en esa desierta tierra baldía como el campo ideal en el despliegue de esas amorfas alegorías para expandir y consolidar las autocracias y los totalitarismos. Es la tierra baldía que dejaron quienes anteriormente detentaron el poder, abandonando el territorio para que se cubriera con lodos de este poder bolivariano que nos hunde en la miseria.

Se aprovecharon del fervor popular, utilizaron la democracia como coartada, controlaron férreamente todas las instituciones, ganaron elecciones con grosero ventajismo. Derrocharon el inmenso ingreso petrolero, arruinaron al país, nos empobrecieron. Ahora tienen el rechazo de la mayoría de venezolanos, aunque persisten en negar la evidente realidad. El poder se les desvanece aun cuando tienen a su servicio el Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia y las ilegales cadenas de radio y televisión para difundir temores y miedos, así como el sistema nacional medios de comunicación controlados por el estado-gobierno, dedicados a las amenazas y difamaciones diarias.  

 A pesar de toda esa truculencia el país opositor se mantuvo, advirtiendo, aguantando el chaparrón populista y la indignante represión. No ha sido ni será fácil, pero hoy estamos a punto de alcanzar otro escalón para iniciar el proceso de reconfiguración de la Venezuela que merecemos. Así lo anhelamos con urgencia la mayoría de ciudadanos. Afortunadamente la Mesa de Unidad Democrática (MUD) dirige por el sendero adecuado, transita por la ruta democrática, deslastrada de los chantajistas del atajo sin salida, aun cuando en el camino encuentre obstáculos inimaginables y más represión. Con la MUD vamos a otra prueba de fuego en la conquista de referéndum revocatorio, la próxima meta es la recolección del 20% de firmas, allí como siempre, estaremos defendiendo y ejerciendo nuestro derecho ciudadano.

Este artículo fue publicado en Diario la Nación-Táchira-Venezuela el 29/09/2016

jueves, 15 de septiembre de 2016

Venezolanos a la derecha, colombianos a la izquierda
Mario Valero Martínez

Viajar por las fronteras de Venezuela en sus lindes con Colombia después de anunciada la eliminación de algunas alambradas y la apertura parcial para la movilidad binacional nos permite confrontar, una vez más, la empobrecida realidad venezolana, al tiempo que deja al descubierto la manipulada argumentación utilizada por el gobierno nacional para decretar el cierre de los pasos fronterizos.

Al llegar a San Antonio del Táchira, punto de partida del itinerario, nos asalta la percepción de haber arribado a una pequeña ciudad, otrora comercial, transformada predominantemente en un gran estacionamiento de automóviles; en cualquier calle o terreno acondicionado para tales propósitos, se encuentran los “cuidadores de carros” que cobran la módica suma de mil bolívares al día. También se visualiza la oferta del transporte público, incluso regentado por el gobierno, dispuesto para movilizar a los pasajeros desde y en retorno a San Cristóbal.
Los viajantes convergemos en la avenida Venezuela con la mirada puesta en las travesías comerciales por La Parada, Cúcuta y sus alrededores; caminar es el único medio permitido para cruzar el borde limítrofe a través el puente Internacional Simón Bolívar. Casi al final del puente se lee en una desplegada pancarta “Gracias presidentes” junto a las imágenes de los mandatarios de ambos países. Entonces salta la enfada interrogante ¿Gracias por qué?, y se rememoran los acontecimientos de agosto de 2015 en los barrios fronterizos de Venezuela. Es la burla sin caretas. También allí se exhibe una señalética vial indicando con una flecha que los ciudadanos colombianos deben pasar por la izquierda y los venezolanos deben ir a la derecha en busca de improvisado sitio donde entregarán el inútil papel que registra la entrada al vecino país. El puente Internacional, otrora emblema de la integración y del intercambio sin distinción de nacionalidades, ahora se bifurca, simbolizando la impuesta fragmentación de la geografía intercultural. Atravesamos así la “nueva frontera” prometida.

En los recorridos por las calles de Cúcuta, la gente, calculadora en mano, compara precios, revisa las diferentes marcas de los productos; una práctica comercial casi olvidada en Venezuela. En cualquier lugar afloran con desaliento los comentarios sobre el devaluado bolívar y así se comparte entre desconocidos viajeros los lamentos nacionales en encuentros fortuitos. No faltan los establecimientos donde se venden los productos regulados en Venezuela, especialmente leche y azúcar, a precios iguales que en Colombia ¿Cómo llegaron allí? Preguntamos sin malicia, la respuesta fue el silencio total. Sin embargo el trato amable, solidario y hasta lastimero brota por todos lados. Pobres venezolanos parece fluir en el ambiente.


Al retorno se muestran los rostros de satisfactorio cansancio y con el objetivo alcanzado; los cauchos para los carros y los fardos en los hombros, el aceite, el jabón y el azúcar en el bolso. Así experimentamos un significado más de la “nueva frontera”. Cerca del puente internacional una larga fila de carretilleros ofrecen sus servicios para transportar la mercancía al otro lado, este también es el nicho emergente, la novedosa posibilidad del transporte transfronterizo.

  

Pero como se repite en el coro de la popular canción de Rubén Blades conocida como Pedro Navaja, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la viva ¡ay Dios!”. Para asombro de todos, las autoridades gubernamentales del Táchira anunciaron la venta en San Cristóbal de los productos colombianos a precios internacionales utilizando como lema central: “abastecimiento soberano con productos importados”. Esta ya es la burla sin disfraz. Además, tanto alarde con la independencia alimentaria para descubrir allí la dura realidad del promocionado Táchira potencia.

En otra Insólita argumentación los voceros gubernamentales declaran que el “abastecimiento soberano con productos importados” quiebra a los “bachaqueros”. Increíble, estos estafadores que comercian pública e ilícitamente con los productos regulados y controlados, son los que marcan el precio de competencia comercial en la oferta gubernamental. Francamente la burla total, sin antifaz y el negocio redondo para las élites de cuello rojo.

En el olvido tal vez va quedando la chapuza xenófoba desplegada en agosto de 2015 y la represión desatada en el barrio La Invasión localizado al borde del río Táchira. Ahora se ha inaugurado la “nueva frontera” prometida; otra guasa sin máscara. @mariovalerom

Nota: las fotografías pertenecen al archivo MVM 09/2016
Publicado en Diario de La Nación, San Cristóbal-Táchira, Venezuela 15/09/16


sábado, 3 de septiembre de 2016


Optimismo callejero en septiembre
Mario Valero Martínez
            Como paisajes portátiles llevamos en los imaginarios esos tiempos en que callejear por cualquier ciudad venezolana o adentrase en las profundas biodiversidades andinas, llaneras, amazónicas y caribeñas sin itinerarios preestablecidos, era la enriquecedora aventura emprendida para escapar de las rutinas diarias. Un placer cultural exploratorio hacia lugares desconocidos o el goce al retorno de paisajes que una vez descubiertos, se incorporaban a los trazados de las cartografías personales. Viajeros éramos en el país de las maravillas paisajísticas físicas y humanas.
            
En esos recorridos también se observaba un horizonte de crecientes desigualdades y acelerados contrastes socio-espaciales de la pobreza que las irresponsables élites político-gubernamentales apoltronadas, prepotentes, populistas y embriagadas en el confort de la renta petrolera no quisieron abordar con seriedad. Las grietas se ensancharon y por un rojizo barrizal se deslizaron en montonera quienes habían intentado, cañones y fusiles de por medio, asaltar la debilitada institucionalidad democrática en los primeros años de la década de los 90 del siglo pasado. Desde entonces los sobresaltos impregnaron la vida ciudadana hasta alcanzar las entrañas de la convivencia cotidiana y casi de manera imperceptible se fueron ensombreciendo estos paisajes tropicales.
            
No mintieron los protagonistas de la montonera revolucionaria. Guiados por la voracidad de un aplaudido caudillo militar, prometieron en aterradoras metáforas “freír cabezas en aceite”, azotar a latigazos, destruir lo construido. Recibieron el beneplácito de otras “élites” y el plácet electoral de una enceguecida masa aglutinadora de todos los sectores sociales; ricos y pobres ovacionaron hasta las inverosímiles crueldades.
            En medio de otro festín petrolero venezolano, los nuevos administradores izquierdistas bajo la sombra del caudillo militar, cumplieron sus alegóricas amenazas, violentaron toda norma de convivencia humana al tiempo que incrementaban las arcas de la corrupción bolivariana del siglo XXI, tal como lo hicieron otros en el pasado siglo XX. Los oscuros nubarrones se fueron expandiendo por todo el territorio a pesar de las advertencias de algunos ciudadanos que fueron acusados de apátridas y otros infames calificativos.
            
Derrochada la riqueza y acabado el festín petrolero, de pronto, como al despertar de un incomprensible sueño, casi todos andamos por ahí apesadumbrados, nostálgicos, atrapados en los muros de la supervivencia, añorando volver por aquellos paisajes, anhelando la calle sin el nervioso paso del asalto malandro, sin la angustia laberíntica por el alimento básico, sin el desespero mortal del medicamento no encontrado. De pronto nos vemos por allí, en masa, cruzando las fronteras a paso presuroso, sin intercambiar miradas ni palabras para tratar de comprar algún producto que satisfaga cualquier necesidad fundamental; la manipulada e incomprendida geografía limítrofe/fronteriza una vez más es tabla de salvación a pesar de las mentiras, los abusos y exabruptos de la casta revolucionaria gobernante.   
             
Para colmo esa progenie adoptada por el desaparecido caudillo de Sabaneta, sin inmutarse por su profundo fracaso y negando el empobrecimiento nacional, se considera heredera del territorio venezolano, dueña del país arruinado, propietaria de los derechos ciudadanos y elegida para insultar, vejar y azotar sin piedad en el paisaje humano que devastaron.

Hoy casi todos estamos aquí, aferrados al optimismo, intercambiando alentadoras palabras, reclamando legítimos derechos para enrumbar al país por las sendas de la productividad, el bienestar y el disfrute del paisaje multicolor. Esta es una de las valoraciones que tiene la concentración nacional pautada para Caracas este primero de septiembre de 2016. Ojalá que los hacedores de la política alternativa no se dejen arrastrar por el verbo ofensivo y deformador; insinuar exterminar al otro es tan lamentable y peligroso como amenazar con freír la cabeza del enemigo, los resultados están a la vista, ejemplos de la crueldad revolucionaria sobran.  

Deseamos escuchar voces políticas orientadoras para alcanzar el progreso y la justicia social a partir del referendo revocatorio, no la verborrea de algún resabiado militante de la vieja guardia que, al estilo del cuestionado caudillo militar, utiliza el lenguaje soez tal vez para endulzar oídos radicales. Todos queremos el discurso contundente y el país necesita con urgencia la palabra diferenciadora, porque los modos en las palabras pronunciadas también son esenciales para reconstruir los derruidos paisajes culturales venezolanos (@mariovalerom).

Publicado en Diario La Nación. Táchira-Venezuela 01/09/2016


jueves, 18 de agosto de 2016

Tarjeta, identidad y fronteras
Mario Valero Martínez

  
Algunos escenas previas a la reapertura de las fronteras entre Venezuela y Colombia dejaron en evidencia el rotundo fracaso de las políticas gubernamentales aplicadas en el territorio limítrofe venezolano sustentadas en el conflicto bilateral, certificaron que nunca hubo un plan alterno para construir la publicitada nueva frontera bolivariana y, entretelones rojos, se observó un contrastante juego geo-geoestratégico pulverizador de la arrogante e irresponsable postura de los funcionarios venezolanos.

Alejados de las fronteras en cuestión, Puerto Ordaz fue el lugar elegido, se concertó el encuentro de los presidentes de ambos países para abordar una salida al embrollo binacional. El presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció la (re) apertura de la frontera en forma ordenada y gradual que, unilateral, brusca y arbitrariamente decidió cerrar su homólogo venezolano en 2015. El lugar, la escena y la resolución acordada han generado múltiples lecturas y variadas interpretaciones; subrayó el desmontaje de los argumentos utilizados por las autoridades venezolanos para justificar la inesperada medida.

En la escena local, abarrotada por desesperados venezolanos deseosos de cruzar la raya para comprar productos alimenticios y medicinas, un grupo musical compuesto por militares colombianos recibió a la gente al son de popular canción la Pollera Colorá. No es un dato curioso o una anécdota más en este dislate fronterizo. Tal vez habrá que observar este acto como una complementaria simbología contrastante con las terroríficas y humillantes escenas de hace un año. La música también cumple su rol geopolítico.

Pasada la euforia, surge la pesadumbre, aparecen las restricciones y probablemente vendrán otras complicaciones.

El acuerdo binacional dejó grandes insatisfacciones y escasas certezas. Salvo el positivo restablecimiento parcial y gradual de los intercambios fronterizos no se anunciaron políticas binacionales que permitan visualizar el aprovechamiento productivo de los territorios limítrofes ni el mejoramiento del bienestar ciudadano. Los puntos suplementarios conforman una lista de ambiguas intenciones, expresados en se creará un centro binacional, se trabajará en un comité técnico, se creará una mesa técnica…, pura retórica. La confusa tarjeta de control migratorio para el tránsito en los municipios colindantes, ha generado gran malestar y una disparatada polémica al no establecerse con claridad su utilidad o momentánea pertinencia.
Este documento administrativo no es novedoso, se ha implementado en otros ámbitos fronterizos de Latinoamérica. Brasil y Argentina lo incluyeron en el Acuerdo sobre Localidades Fronterizas Vinculadas en 2009, un concertado instrumento concebido para contribuir a la integración entre las comunidades de fronteras y mejorar su calidad de vida, proponiendo entre otros aspectos,  áreas de cooperación en materia de salud, educación, con especial mención a la enseñanza de la geografía y la historia en una perspectiva regional e integradora; igualmente asumiendo planes de desarrollo urbano conjunto en localidades donde sea posible o conveniente.

En 2010 Venezuela y Brasil concertaron un acuerdo similar denominado Ley Aprobatoria entre ambos gobiernos sobre localidades fronterizas vinculadas para las localidades de Santa Elena de Uairen y Pacaraima, incorporando la Cédula Vecinal Fronteriza; sin embargo, no hay información sobre la efectividad de esta medida en el ámbito geográfico señalado. En 2015 Bolivia, en convenio bilateral, implementó la Tarjeta Vecinal fronteriza en comunidades aledañas con Brasil y un año después se aplicó en las localidades fronterizas con Argentina.

En los ámbitos fronterizos de Venezuela y Colombia el documento exigido para la movilidad local ha generado suspicacias sobre todo en el contexto acordado, sin evaluar su eficacia en espacios caracterizados por intensas movilidades e intercambios geo-culturales de emergentes identidades inter-fronterizas.

Reabierta parcialmente la frontera este y otros aspectos relacionados con la gestión territorial a escala nacional y binacional deberían abordarse en abierto debate con especial participación de los actores locales (públicos y privados)y sin los prejuicios nacionalistas y patrioteros que han dominado los escenarios binacionales sobre el complejo drama fronterizo. (@mariovalerom)


Publicado en Diario La Nación. Táchira-Venezuela. 18/08/2016

jueves, 4 de agosto de 2016

Las fronteras más allá de la ley (y II)
Mario Valero Martínez
            Celebramos la anunciada apertura de las fronteras con Colombia. La razón progresivamente recupera los espacios asaltados por la insensatez y en esta ocasión se debe subrayar la persistente actitud   de los actores locales, las comunidades fronterizas tachirenses, especialmente la acción vecinal del grupo de mujeres organizadas en la ciudad de Ureña que traspasó las barreras limítrofes. Posteriormente la masiva e inesperada movilización de los habitantes del entorno y otros provenientes de distintos lugares del país dejó en evidencia, tal como lo señalamos en anterior artículo publicado en esta página de opinión, que a pesar de los problemas puntuales o coyunturales, las fronteras no son esencialmente el problema. Esto no parece entenderlo la vocería gubernamental que además, en tono guasón, ha tratado de desprestigiar el desespero y las necesidades humanas.
          
               Retirar las alambradas, restablecer los intercambios y permitir las interacciones binacionales (para los contrabandistas no hubo ni hay obstáculos) es urgente aspiración de la sociedad fronteriza y lo reclaman los agentes dedicados al comercio en todas sus escalas geográficas. El cierre de fronteras fue una medida inaudita, otro fracaso de los defensores del vetusto socialismo del siglo XXI. Tal vez este este oscuro episodio sirva de incentivo para que los actores regionales y locales, la institucionalidad civil, las ONGs, los centros universitarios y la comunidad fronteriza exploren los diversos escenarios para repensar las funcionalidades de los territorios y espacios colindantes a mediano y largo plazo. El propósito apuntaría a trazar los lineamientos básicos para la configuración de la imagen fronteriza deseada.

               El punto de partida podría estar focalizado en un franco debate sobre la gestión del territorio y la organización espacial, teniendo siempre como norte la búsqueda del aprovechamiento óptimo de las oportunidades productivas, el mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, es indispensable advertir que cualquier iniciativa en esta materia, debería abordar previamente la restitución de la institucionalidad civil disminuida en su capacidad decisoria y opacada por el desmedido control territorial otorgado a los militares, incluyendo el férreo sometimiento de los ciudadanos.  Es indispensable abordar sin prejuicios y bajo distintos parámetros, la participación del estamento militar en los territorios de fronteras de acuerdo con lo establecido en la Constitución Nacional.
            
             Se debería considerar sin pasiones patrioteras, el reconocimiento de la conformación de sociedades de fronteras compuestas por comunidades binacionales vinculadas por la historia, los intereses comunes cotidianos y los grados de parentesco familiar, que se movilizan en espacios inter-fronterizos y emergentes geografías culturales. Simultáneamente habría que plantear un intercambio de ideas orientadoras que aporten al imprescindible proceso de deconstrucción de las imágenes y simbologías identificadoras de las fronteras como espacios violentos y de predomínante riesgo y amenaza a la integridad nacional, demostrando alternativamente sus capacidades humanas y productivas. Esto no implica ocultar o negar la grave y compleja problemática generada por guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y las redes de contrabando que se expresa de manera preocupante en el reparto y control de ámbitos espaciales fronterizos, algunos considerados como verdaderos enclaves para delinquir. Este es el verdadero peligro que amenaza la integridad en todas sus dimensiones, no los ciudadanos que en sus itinerarios cotidianos cruzan los hitos rayanos con una bolsa de mercado. Toda esta situación debería tratarse con absoluta sinceridad a pesar de lo riesgoso del tema en cuestión.

      En abiertos escenarios se deberían examinar las opciones reales y posibles para el aprovechamiento óptimo de las potencialidades manifiestas y latentes en los espacios fronterizos, teniendo en cuenta las especificidades socio-territoriales, productivas, ambientales, culturales y paisajísticas. En este ámbito merecería especial atención, y particularmente en el estado Táchira, los sistemas y subsistemas urbanos en la articulación de los espacios nacionales y transfronterizos y de manera especial las ciudades limítrofes dinamizadoras de los intercambios binacionales.
             
            Habría que exigir el retorno a la descentralización administrativa para que los municipios y las entidades estadales incorporen el hecho o las situaciones fronterizas a las políticas de gestión territorial y organización espacial y deslastrase de las estrategias e imposiciones centralizadas que en muchos casos no reflejan las realidades locales, crean dualidad en la planificación, generan disputas de competencias que distorsionan, por ejemplo, las funcionalidades productivas de los espacios fronterizos.

Como se puede observar, la situación es compleja y requiere una desprejuiciada atención, sobre todo en estos momentos en que soplan inevitables vientos de cambio en Venezuela. @mariovalerom

Publicado en Diario La Nación. San Cristóbal, Táchira-Venezuela.


Posturas sin matices Mario Valero Martínez Publicado en Diario La Nación.   Táchira-Venezuela 25/05/2018 Hace unas décadas ...