domingo, 21 de mayo de 2017

La maldición del Dabucurí
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

Han usado el tema indígena como bandera en el manoseado discurso antimperialista, no han dejado de utilizarlo en la retórica anticolonialista española cada vez que necesitan inventarse un enemigo externo y hasta se han inventado el “día de la resistencia indígena, por cierto con difusas argumentaciones históricas.  Sin embargo, toda esa retórica panfletaria ha quedado develada como una impostura en su práctica gubernamental. No es secreto que el gobierno “revolucionario” de Venezuela ha sido un importante comprador de armas a los distintos gobiernos españoles; en el primer semestre del año 2012 fue uno de sus principales clientes e incluyó hasta 2014 gas lacrimógeno tanto para la fuerza armada como la policía y en el año 2015 adquirió armamento, salvo material antidisturbios, por más de 13 millones de euros. El fariseísmo no tiene fronteras anticoloniales. 

Tampoco han disimulado sus propósitos con el nefasto decreto del Arco Minero del Orinoco en esos 111.843,70 km2 que abarca al estado Bolívar, parte de Delta Amacuro y Amazonas. Aunque los ambientalistas han denunciado con sustentada argumentación los profundos y negativos impactos medioambientales y se advierten los enormes daños que causaran a las comunidades indígenas, afectadas además desde diferentes perspectivas por la explotación ilegal de oro, diamante y coltán entre otros recursos mineros, esto no hace mella en las conciencias revolucionarias.  
Menos aún parece preocupar las deterioradas condiciones de los indígenas que están emigrando de sus territorios originarios para ocupar las calles en las ciudades de Venezuela o en el fronterizo Brasil y sobrellevar lamentables modos de vida.  Tampoco la proliferación de la malaria que por ejemplo, se ha extendido en el estado Amazonas básicamente en dos parroquias del municipio Atures, decretado en el boletín epidemiológico del año 2015 en situación de alarma. Pero en la defensa de la revolución cívico-militar no hay tiempo para estas bagatelas.

Y por si fuera poco, este estado Amazonas donde el 54% de los 143.142 habitantes son indígenas, ha sido objeto de un ensañamiento político sin escrúpulos. Aquí el abuso no tiene nombre, primero fue la burda anulación de las elecciones de los diputados de la entidad emitido por el ilegal Tribunal Supremo de Justicia, maniobra solicitada los diputados afectos al gobierno. Luego la inhabilitación injustificada y tramposa de la Contraloría General de la República al gobernador indígena de la entidad por un lapso de 15 años para ejercer cargos públicos. Sin duda que esa decisión es parte de la venganza del gobierno por haber perdido hasta el apoyo de las comunidades aborígenes. 

La reacción a tanta humillación indígena tenía que brotar más allá del ejercicio electoral y afloró desde el ancestro baniva del gobernador Liborio Guarulla al desafiar con la maldición del Dabucurí toda esta vileza. Explican los expertos que la fiesta de Dabucurí es parte de una ceremonia sagrada que los indígenas ofrecen a sus ancestros a través de danzas, comidas, frutos y bebidas con el propósito de recibir abundancia y prosperidad, pero cuando se invoca como maldición, entonces los beneficiarios de la prosperidad serán despojados de sus riquezas y sus vidas se hundirán en el dolor y la penuria. El baniva amenazó en los laberintos más oscuros de la vida, esos que tanto preocupan a quienes se creen omnipotentes y en lapidarias palabras les dijo, "les aseguro que no morirán sin tormento. Les aseguro que antes de morir comenzarán a sufrir y su alma va a vagar por los sitios más oscuros y pestilentes antes de poder cerrar los ojos". Al enterarme que otro estudiante de 17 años fue vilmente asesinado en Táchira por las fuerzas represivas del gobierno, confieso que, aunque no soy creyente ni indígena, no dejo de pensar en el conjuro del Baniwa. 

Este artículo fue publicado en Diario La Nación Táchira-Venezuela el 18 d mayo de 2017
http://lanacionweb.com/columnas/opinion/la-maldicion-del-dabucuri/

domingo, 7 de mayo de 2017

Fraude y represión
Mario Valero Martínez
@mariovalerom

Escribo estas notas cada quince días y en este lapso es difícil elegir un tema que no tenga que ver con la impredecible situación venezolana, es decir, con esa brutal realidad a la que nos enfrentamos en nuestra cotidianidad, mezcla de empobrecimiento, inseguridad y desespero; nunca imaginamos que tendríamos un país en tan precarias condiciones al que ahora se suma abiertamente, sin tapujos el fraude y se profundiza en la represión.
El fraude no es una novedad, estaba escrito entre líneas en el preámbulo y los principios de ese esperpento llamado revolución cívico-militar bolivariana, en esa chapuza conocida como socialismo del siglo XXI, en esa farsa denominada Plan de la Patria. Con todo este parapeto prometieron la suprema felicidad que duró hasta que se les acabó el derroche y el guiso del ingreso petrolero. Entretanto alardeaban con ese bodrio calificado como democracia participativa, protagónica y se jactaban del sistema electoral más perfecto del mundo, pero cuando el mayoritario electorado los abandonó castigando su ineficacia y develando su timo revolucionario, suprimieron las elecciones para tomar el atajo dictatorial. Se pavoneaban con el pulcro proceso constituyente del año 1999 y afirmaban que la República Bolivariana de Venezuela había aprobado la Constitución más perfecta de mundo obra de su Comandante Supremo, ahora se proponen echarla al basurero de la historia tratando de imponer otra estafa disfrazada de supuesta constituyente comunal y obrera, que sólo tiene la intención de eliminar la legalidad institucional y la democracia para crear los mecanismos fraudulentos que les permita aferrarse al poder e implantar sin rubor su modelo dictatorial.
 En ese farragoso camino han desatado la furia pese a que todos los días invocan la fe religiosa, su amor a Dios por sobre todas las cosas. Y se ufanan de un humanismo socialista que no más que la fachada para encubrir la despiadada represión que ha costado la vida a esos jóvenes estudiantes que soñaron con vivir en una Venezuela de oportunidades. Para eso también está a disposición el prometido hombre nuevo, ese que anda en una moto de alta cilindrada, envalentonado, agrupado en bandas parapoliciales, en brigadas de choque, mostrando las crueles destrezas de sus entrenados aprendizajes; hemos visto sus aterradoras acciones, los movimientos violentos y las particulares formas de amedrantar; hemos escuchado los relatos de familias asaltadas en sus casas cuyos miembros mantienen un temeroso silencio para que no se repita la lacerante incursión. Pero también hemos vivido la represión de cerca y ese ensañamiento militar de las bombas lacrimógenas haciendo estragos en pacíficos manifestantes de todas las edades. Esta es la verdadera unión cívico-militar bolivariana a disposición de un régimen que se quiere imponer a pesar del evidente rechazo mayoritario; esto lo único que les queda en sus prácticas revolucionarias callejeras.
A propósito de todo este paisaje gris venezolano alguien escribió que los hijos herederos de la revolución bolivariana estaban dilapidando el legado que les dejó el Comandante Eterno. No comparto tal apreciación puesto que trasfondo tiende a poner a salvo la figura del padre, por el contrario, creo en ese sabio refrán popular que dice “los hijos superan a sus padres”.

Publicado en Diario La Nación- Táchira, Venezuela el 04 / 05 / 2017

(Todas la fotografías de este blog pertnencen al archivo fotográfico de MVM)

Posturas sin matices Mario Valero Martínez Publicado en Diario La Nación.   Táchira-Venezuela 25/05/2018 Hace unas décadas ...