sábado, 17 de junio de 2017


Gochos entre mitos y realidades
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

            Hace aproximadamente tres años irrumpió en el paisaje tachirense un indignado movimiento vecinal geo-localizado básicamente en sectores urbanos y protagonizado por estratos medios que luego se extendió a unos pocos barrios de bajos recursos. La ciudad de San Cristóbal se convirtió en epicentro de la protesta colectiva que duro un par de meses. El agotamiento y la brutal represión del gobierno acabaron con la protesta. Fueron días difíciles, cierre de calles, vecinos afincados en sus extremas posiciones, el comercio paralizado y sin tránsito vehicular. ¿Tenían razón la indignación ciudadana? Sin duda tenían razón en sus legítimos reclamos, pero discrepamos de los procedimientos que, como era de esperarse, generaron la posterior frustración, ningún objetivo alcanzado.
            Aquella indignación no se comprendió en su esencia local ni estadal y creo que aún no se ha estudiado con rigurosidad. Fue una reacción crispada, nunca vista por esos lares. En medio de ese caos aparecieron los hashtags compitiendo por posesionarse no sólo en las redes sociales, también en los imaginarios locales y nacionales. Unos etiquetaron el gocho arrecho y en contraposición la autocracia cívico-militar gobernante también impuso por aquí el sello de “guarimbero”, hoy a toda protesta se califica en estos términos.
Lo cierto es que la legitima indignación ciudadana paso a segundo plano, pero el proceder de los manifestantes y sus barricadas fueron considerados por sectores extremistas (esos que sólo reclaman salidas inmediatas, proclaman el todo o nada, en fin militantes de la antipolítica) como reivindicado modelo y le encargaron a los gochos arrechos la tarea de iniciar la cruzada sin retorno para acabar con el gobierno. Menuda labor asignaron a quienes reclamaban el maltrato vecinal.
Hoy aun leemos los tuits de respetadas señoras y señores lanzando ultimatos desde sus teléfonos inteligentes en algún rincón caraqueño, invocando las fantasías bélicas de los gochos. Y en contrapartida surge otro mensaje que busca posesionarse como nueva etiqueta advirtiendo, con alguna razón, “hay que tener cuidado con los mitos gochos”.
Habrá que decir entonces, ni arrechos ni mitos gochos, inútiles etiquetas que desvían la atención de las múltiples reacciones ciudadanas para resistir la insoportable vida cotidiana. Y es que desde hace décadas la sociedad tachirense, los gochos, empezaron a sentir el acelerado deterioro de su calidad de vida, han tenido que habitar en un territorio convertido en escenario de las más inverosímiles medidas gubernamentales. Las hemos señalado varias veces en esta página de opinión. Las amenazas de guerra. La militarización fronteriza y las medidas represivas justificadas en un ambiente creado en que casi todos los habitantes eran sospechosos de contrabandistas. La escasez y el desabastecimiento que después se extendió a toda la geografía venezolana. Las colas que para entonces no se habían generalizado en el país. La inseguridad. La corrupción. Los gobiernos estadales ineficaces. En suma una vida cotidiana de pesares y humillaciones.
La verdad es que los ciudadanos tachirenses, los gochos han reaccionado desde todos los flancos, no se han doblegado ante el autoritarismo y la represión gubernamental. Esto ha ocurrido tanto en escenarios electorales donde el gobierno ha sufrido considerables derrotas (En 2012 Henrique Capriles 56,24%, Hugo Chávez, 43,24%; en 2103 Henrique Capriles 62,86%, Nicolás Maduro 36,97%; en 2015 MUD 76,60%, PSUV, 20,53%), pero también en las calles reclamando en multitudinarias marchas sus derechos y protestando contra un gobierno ineficaz y corrupto que pretende aferrarse al poder a través del fraude constituyente. Ni arrechos ni mitos gochos. Ciudadanos que reclaman vivir en un país mejor.

Este artículo de opinión fue publicado en Diario La Nación, Táchira Venezuela el 15/06/2017



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