Gochos entre mitos y
realidades
Mario
Valero Martínez / @mariovalerom
Hace aproximadamente tres años
irrumpió en el paisaje tachirense un indignado movimiento vecinal
geo-localizado básicamente en sectores urbanos y protagonizado por estratos
medios que luego se extendió a unos pocos barrios de bajos recursos. La ciudad
de San Cristóbal se convirtió en epicentro de la protesta colectiva que duro un
par de meses. El agotamiento y la brutal represión del gobierno acabaron con la
protesta. Fueron días difíciles, cierre de calles, vecinos afincados en sus
extremas posiciones, el comercio paralizado y sin tránsito vehicular. ¿Tenían
razón la indignación ciudadana? Sin duda tenían razón en sus legítimos reclamos,
pero discrepamos de los procedimientos que, como era de esperarse, generaron la
posterior frustración, ningún objetivo alcanzado.
Aquella indignación no se comprendió
en su esencia local ni estadal y creo que aún no se ha estudiado con
rigurosidad. Fue una reacción crispada, nunca vista por esos lares. En medio de
ese caos aparecieron los hashtags compitiendo por posesionarse no sólo en las
redes sociales, también en los imaginarios locales y nacionales. Unos etiquetaron
el gocho arrecho y en contraposición la autocracia cívico-militar gobernante
también impuso por aquí el sello de “guarimbero”, hoy a toda protesta se
califica en estos términos.
Lo
cierto es que la legitima indignación ciudadana paso a segundo plano, pero el
proceder de los manifestantes y sus barricadas fueron considerados por sectores
extremistas (esos que sólo reclaman salidas inmediatas, proclaman el todo o
nada, en fin militantes de la antipolítica) como reivindicado modelo y le
encargaron a los gochos arrechos la tarea de iniciar la cruzada sin retorno
para acabar con el gobierno. Menuda labor asignaron a quienes reclamaban el
maltrato vecinal.
Hoy
aun leemos los tuits de respetadas señoras y señores lanzando ultimatos desde
sus teléfonos inteligentes en algún rincón caraqueño, invocando las fantasías bélicas
de los gochos. Y en contrapartida surge otro mensaje que busca posesionarse
como nueva etiqueta advirtiendo, con alguna razón, “hay que tener cuidado con
los mitos gochos”.
Habrá
que decir entonces, ni arrechos ni mitos gochos, inútiles etiquetas que desvían
la atención de las múltiples reacciones ciudadanas para resistir la
insoportable vida cotidiana. Y es que desde hace décadas la sociedad
tachirense, los gochos, empezaron a sentir el acelerado deterioro de su calidad
de vida, han tenido que habitar en un territorio convertido en escenario de las
más inverosímiles medidas gubernamentales. Las hemos señalado varias veces en
esta página de opinión. Las amenazas de guerra. La militarización fronteriza y
las medidas represivas justificadas en un ambiente creado en que casi todos los
habitantes eran sospechosos de contrabandistas. La escasez y el
desabastecimiento que después se extendió a toda la geografía venezolana. Las
colas que para entonces no se habían generalizado en el país. La inseguridad.
La corrupción. Los gobiernos estadales ineficaces. En suma una vida cotidiana
de pesares y humillaciones.
La
verdad es que los ciudadanos tachirenses, los gochos han reaccionado desde
todos los flancos, no se han doblegado ante el autoritarismo y la represión
gubernamental. Esto ha ocurrido tanto en escenarios electorales donde el
gobierno ha sufrido considerables derrotas (En 2012 Henrique Capriles 56,24%,
Hugo Chávez, 43,24%; en 2103 Henrique Capriles 62,86%, Nicolás Maduro 36,97%;
en 2015 MUD 76,60%, PSUV, 20,53%), pero también en las calles reclamando en
multitudinarias marchas sus derechos y protestando contra un gobierno ineficaz
y corrupto que pretende aferrarse al poder a través del fraude constituyente. Ni
arrechos ni mitos gochos. Ciudadanos que reclaman vivir en un país mejor.
Este
artículo de opinión fue publicado en Diario La Nación, Táchira Venezuela el
15/06/2017
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