domingo, 7 de mayo de 2017

Fraude y represión
Mario Valero Martínez
@mariovalerom

Escribo estas notas cada quince días y en este lapso es difícil elegir un tema que no tenga que ver con la impredecible situación venezolana, es decir, con esa brutal realidad a la que nos enfrentamos en nuestra cotidianidad, mezcla de empobrecimiento, inseguridad y desespero; nunca imaginamos que tendríamos un país en tan precarias condiciones al que ahora se suma abiertamente, sin tapujos el fraude y se profundiza en la represión.
El fraude no es una novedad, estaba escrito entre líneas en el preámbulo y los principios de ese esperpento llamado revolución cívico-militar bolivariana, en esa chapuza conocida como socialismo del siglo XXI, en esa farsa denominada Plan de la Patria. Con todo este parapeto prometieron la suprema felicidad que duró hasta que se les acabó el derroche y el guiso del ingreso petrolero. Entretanto alardeaban con ese bodrio calificado como democracia participativa, protagónica y se jactaban del sistema electoral más perfecto del mundo, pero cuando el mayoritario electorado los abandonó castigando su ineficacia y develando su timo revolucionario, suprimieron las elecciones para tomar el atajo dictatorial. Se pavoneaban con el pulcro proceso constituyente del año 1999 y afirmaban que la República Bolivariana de Venezuela había aprobado la Constitución más perfecta de mundo obra de su Comandante Supremo, ahora se proponen echarla al basurero de la historia tratando de imponer otra estafa disfrazada de supuesta constituyente comunal y obrera, que sólo tiene la intención de eliminar la legalidad institucional y la democracia para crear los mecanismos fraudulentos que les permita aferrarse al poder e implantar sin rubor su modelo dictatorial.
 En ese farragoso camino han desatado la furia pese a que todos los días invocan la fe religiosa, su amor a Dios por sobre todas las cosas. Y se ufanan de un humanismo socialista que no más que la fachada para encubrir la despiadada represión que ha costado la vida a esos jóvenes estudiantes que soñaron con vivir en una Venezuela de oportunidades. Para eso también está a disposición el prometido hombre nuevo, ese que anda en una moto de alta cilindrada, envalentonado, agrupado en bandas parapoliciales, en brigadas de choque, mostrando las crueles destrezas de sus entrenados aprendizajes; hemos visto sus aterradoras acciones, los movimientos violentos y las particulares formas de amedrantar; hemos escuchado los relatos de familias asaltadas en sus casas cuyos miembros mantienen un temeroso silencio para que no se repita la lacerante incursión. Pero también hemos vivido la represión de cerca y ese ensañamiento militar de las bombas lacrimógenas haciendo estragos en pacíficos manifestantes de todas las edades. Esta es la verdadera unión cívico-militar bolivariana a disposición de un régimen que se quiere imponer a pesar del evidente rechazo mayoritario; esto lo único que les queda en sus prácticas revolucionarias callejeras.
A propósito de todo este paisaje gris venezolano alguien escribió que los hijos herederos de la revolución bolivariana estaban dilapidando el legado que les dejó el Comandante Eterno. No comparto tal apreciación puesto que trasfondo tiende a poner a salvo la figura del padre, por el contrario, creo en ese sabio refrán popular que dice “los hijos superan a sus padres”.

Publicado en Diario La Nación- Táchira, Venezuela el 04 / 05 / 2017

(Todas la fotografías de este blog pertnencen al archivo fotográfico de MVM)

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