Fraude
y represión
Mario Valero Martínez
@mariovalerom
Escribo estas notas cada
quince días y en este lapso es difícil elegir un tema que no tenga que ver con
la impredecible situación venezolana, es decir, con esa brutal realidad a la
que nos enfrentamos en nuestra cotidianidad, mezcla de empobrecimiento,
inseguridad y desespero; nunca imaginamos que tendríamos un país en tan
precarias condiciones al que ahora se suma abiertamente, sin tapujos el fraude
y se profundiza en la represión.
El fraude no es una
novedad, estaba escrito entre líneas en el preámbulo y los principios de ese
esperpento llamado revolución cívico-militar bolivariana, en esa chapuza conocida
como socialismo del siglo XXI, en esa farsa denominada Plan de la Patria. Con
todo este parapeto prometieron la suprema felicidad que duró hasta que se les acabó
el derroche y el guiso del ingreso petrolero. Entretanto alardeaban con ese
bodrio calificado como democracia participativa, protagónica y se jactaban del
sistema electoral más perfecto del mundo, pero cuando el mayoritario electorado
los abandonó castigando su ineficacia y develando su timo revolucionario,
suprimieron las elecciones para tomar el atajo dictatorial. Se pavoneaban con
el pulcro proceso constituyente del año 1999 y afirmaban que la República
Bolivariana de Venezuela había aprobado la Constitución más perfecta de mundo
obra de su Comandante Supremo, ahora se proponen echarla al basurero de la
historia tratando de imponer otra estafa disfrazada de supuesta constituyente
comunal y obrera, que sólo tiene la intención de eliminar la legalidad
institucional y la democracia para crear los mecanismos fraudulentos que les
permita aferrarse al poder e implantar sin rubor su modelo dictatorial.
En ese farragoso camino han desatado la furia
pese a que todos los días invocan la fe religiosa, su amor a Dios por sobre
todas las cosas. Y se ufanan de un humanismo socialista que no más que la
fachada para encubrir la despiadada represión que ha costado la vida a esos
jóvenes estudiantes que soñaron con vivir en una Venezuela de oportunidades. Para
eso también está a disposición el prometido hombre nuevo, ese que anda en una
moto de alta cilindrada, envalentonado, agrupado en bandas parapoliciales, en
brigadas de choque, mostrando las crueles destrezas de sus entrenados
aprendizajes; hemos visto sus aterradoras acciones, los movimientos violentos y
las particulares formas de amedrantar; hemos escuchado los relatos de familias
asaltadas en sus casas cuyos miembros mantienen un temeroso silencio para que no
se repita la lacerante incursión. Pero también hemos vivido la represión de
cerca y ese ensañamiento militar de las bombas lacrimógenas haciendo estragos
en pacíficos manifestantes de todas las edades. Esta es la verdadera unión
cívico-militar bolivariana a disposición de un régimen que se quiere imponer a
pesar del evidente rechazo mayoritario; esto lo único que les queda en sus
prácticas revolucionarias callejeras.
A propósito de todo este paisaje gris
venezolano alguien escribió que los hijos herederos de la revolución
bolivariana estaban dilapidando el legado que les dejó el Comandante Eterno. No
comparto tal apreciación puesto que trasfondo tiende a poner a salvo la figura
del padre, por el contrario, creo en ese sabio refrán popular que dice “los
hijos superan a sus padres”.
Publicado en Diario La Nación- Táchira, Venezuela el 04
/ 05 / 2017
(Todas la fotografías
de este blog pertnencen al archivo fotográfico de MVM)
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