viernes, 14 de octubre de 2016

El destructivo arco minero del Orinoco
Mario Valero Martínez / @mariovalerom
  

Es un río imponente, observado desde sus orillas se vislumbra un panorama de infinito horizonte, navegar por su aguas despierta una sensación indescriptible; con razón este río ha sido el atractivo permanente de viajeros y exploradores. Alejandro Von Humboldt escribió en Viajes a las Regiones Equinocciales “…estos rasgos inciertos de paisaje, ese carácter de soledad y grandeza, son peculiares del río Orinoco, uno de los ríos más majestuosos del mundo”. Es en verdad un prodigio de la naturaleza venezolana. Y junto al río Orinoco, desde su nacimiento en el cerro Delgado Chalbaud en el estado Amazonas en la frontera con Brasil, se configura un extenso paisaje de maravillosa biodiversidad, con atractivos naturales protegidos a través de las figuras de parques nacionales, reservas forestales, monumentos naturales y hábitat de ancestrales comunidades indígenas.
La importancia de ese ámbito paisajístico se ha inventariado en muchos trabajos académicos e informes técnicos que destacan y claman por su protección geocultural y ambiental; sugerimos, por ejemplo, la lectura de los trabajos publicados en Geo-Venezuela, editado por la Fundación Polar.
En contraste, como se ha denunciado desde décadas una parte de este vasto territorio, especialmente en el estado Bolívar, ha estado sometido a las constantes y crecientes amenazas del negativo impacto que se desprende de la actividad minera ilegal. Hoy la fiebre del oro y otros apetecidos minerales como el coltan se ha incrementado exponencialmente. Innumerables voces han advertido sobre el peligroso avance en el deterioro de reservas forestales, fuentes hídricas, fauna silvestre, asimismo sus efectos sobre la vida humana. Por ejemplo, se alerta sobre la nociva invasión y explotación minera en la cuenca hidrográfica del río Caura, el grave impacto ambiental en El Callao, tan solo para mencionar un par de lugares asechados por una destructiva actividad que se expande brutalmente. La muerte también ronda en estas zonas, la que genera el uso inadecuado del mercurio, pero también las originadas en los enfrentamientos de bandas criminales por el control minero; para muestra reciente, el pasado 5 de octubre se denunció otro acto terrorífico, esta vez en la mina Nuevo Callo fueron asesinadas once personas. Es el otro horror detrás de las minas.
En décadas pasadas se criticaron los desaciertos gubernamentales por las ineficaces medidas para la contención destructiva de esta actividad minera, hoy no es diferente pero con un agravante, el gobierno nacional oficializa el deterioro ambiental. Sólo hay que leer el Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco” para corroborar el exabrupto; hasta título del decreto 2.248 indigna y el artículo 2 que delimita la poligonal de una zona de 111.843,70 km2 para la explotación minera, escudados en la soberanía nacional, la sustentabilidad y la transición del “rentismo” petrolero, aterra.
Unos detalles adicionales que merecen especial comentario. Entre los postulados fundamentales que rigen el decreto y en nombre de una supuesta ética socialista se propone la protección y respeto de los pueblos y las comunidades indígenas así como la participación del poder popular; la paradoja, los indígenas no fueron consultados y se desconoce el articulado constitucional en la delimitación de sus prometidos territorios ancestrales; en cuanto a la participación del poder popular es pura y dura demagogia. Esto se evidencia en el antidemocrático artículo 25 del nefasto Decreto 2.248 al señalar que “ningún interés particular, gremial, sindical, de asociaciones o grupos, o sus normativas prevalecerá sobre el interés general en el cumplimiento del objetivo contenido en el presente decreto”. En esencia se reprime y liquida cualquier preocupación ciudadana por los efectos de esta explotación minera. Y no conforme con esto, las amenazas ante cualquier protesta también se oficializan en este artículo. El eco-socialismo asoma sus garras depredadoras.



Publicado en Diario La Nación Táchira-Venezuela 13/10/2016
Fotos: Archivo MVM


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