jueves, 8 de diciembre de 2016

Geografía y Literatura
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

                El tema no es banal aunque tampoco novedoso. En los relatos relacionados con  la historia del saber geográfico son frecuentes los señalamientos que vinculan a sus originarios propósitos descriptivos con las narrativas literarias de la antigüedad griega. La poesía épica, en particular la Ilíada y la Odisea atribuidas con razonables dudas y dispares criterios a Homero, se presentan como las obras pioneras en el registro de reseñas y atributos geográficos, provenientes de los detallados periplos de los viajeros navegantes que trasmitían oralmente o posteriormente apuntaban en sus bitácoras, agregando mitos, leyendas y las contempladas panorámicas de la naturaleza. Con esta referencia simplemente queremos subrayar, el legendario entretejimiento que ha existido entre la geografía y la literatura.
                Al observar la contemporánea ampliación temática de los estudios geográficos se detectan los crecientes intereses por abordar las miradas que tienen los novelistas, cuentistas y poetas sobre los territorios reales o imaginados. Al mismo tiempo, varias tendencias abocadas a las investigaciones literarias han puesto los focos de atención en el análisis de los espacios geográficos y sus configuraciones paisajísticas. Esta interacción geográfico-literaria ha adquirido una vasta importancia académica y especialmente se explora como soporte orientador de las prácticas pedagógicas; pero también está generando fructíferos resultados más allá de los escolarizados muros, al incorporarse progresivamente en los lineamientos culturales de las gestiones territoriales.
                En ambos escenarios hoy es posible encontrar diversas instituciones que apoyan decididamente las investigaciones interdisciplinarias en dichas áreas y cada vez son más las administraciones locales o regionales que incluyen la literatura y sus derivaciones en turismo literario como parte de las estrategias para tratar de ampliar y aprovechar al máximo los espacios culturales. Quizá los ejemplos más evidentes se perciban en las crecientes ofertas que invitan a realizar los recorridos urbanos, trazando como itinerarios referenciales las visuales sobre la ciudad aportadas por los escritores en sus textos literarios. En muchos casos, esas propuestas se apoyan también en las digitalizadas cartografías elaboradas a través los sistemas de información geográfica con el propósito de proyectar, nítidamente, estos recorridos en los espacios virtuales.
                En español, con sus puntos, comas, interrogantes y puntos suspensivos, existe un fantástico abanico de obras en las que los literatos recrean los diversos escenarios geográficos, ofreciendo otras perspectivas para descifrar, comprender y explicar, por ejemplo, los paisajes, las ciudades o las cotidianidades de sus calles. Pero no ha de extrañar que en esas andanzas geográfico-literarias, tropecemos en este siglo XXI con individualidades atrapadas en alguna huella decimonónica del parroquiano ruralismo latinoamericano que, en correspondencia con la defensa de la rígida parcela disciplinar, dictamine, sentencie: eso no procede. Entonces habrá que rebelarse y continuar por los senderos exploratorios de los territorios culturales.

Publicado en Diario La Nación-Táchira-Venezuela 05/06/2015
http://www.lanacion.com.ve/columnas/opinion/geografia-y-literatura/

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