La
sombra de la Xenofobia y el racismo
Mario
Valero Martínez / @mariovalerom
Entrado el siglo XXI con
la globalización y las tecnologías de información en plenitud expansiva,
recordamos que hace varias décadas se argumentaba sobre las profundas
modificaciones territoriales del futuro, apuntando a la reconfiguración de un
mundo sin fronteras e interconectado en todas sus escalas geográficas. En esos
contextos se debatió entre interculturalidad y multiculturalidad que, a pesar de
sus diferencias discursivas, preveían la reducción de la xenofobia y el
racismo. Estas miradas permitieron evaluar hace ocho años como avance
significativo, la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos y
aunque se advirtió que quedaban muchos prejuicios por desmontar, se percibió
como un aliciente ejemplificador que verificaba indetenibles cambios en las
relaciones humanas.
Pero no todo ha resultado
como se auguraba. En medio de las transformaciones del modelo territorial y las
conquistas de derechos humanos fundamentales, han surgido inesperados eventos socio-espaciales
y políticos que advierten peligrosas regresiones. En Europa por ejemplo, han
proliferado la construcción de muros y vallas fronterizas como medida para
contener los movimientos migratorios que por diversas causas (refugio, asilo,
hambrunas, empleos) se desplazan a los países de la Comunidad Europea. Esto, en
parte, ha motivado el fuerte resurgimiento de posturas racistas y xenófobas que
sirven de plataforma para la expansión de agrupaciones políticas de derecha e
izquierda ocultadas en rancias posiciones nacionalistas.
No sólo Europa, América
también sorprende. Bastante se ha escrito a cerca de las denigrantes opiniones
del nuevo presidente de los Estados Unidos sobre los mexicanos y la
construcción de nuevos muros fronterizos. Fue muy expresivo el presidente
electo en la campaña electoral, no disfrazó sus intenciones, ni su escaso
comportamiento ético con las mujeres; con todo eso recibió el voto favorable de
la mitad del electorado. Aquí las sombras xenófobas y racistas emergen, se
reorientan y esperan el momento oportuno para dar otro zarpazo; por ahora
muestran intensa actividad en las redes sociales y los Leales Caballeros
Blancos del Ku Klux Klan de Carolina del Norte, con la consigna “la raza de
Trump unió a mi gente”, anuncian la celebración del presidente electo. El futuro no pinta color de rosas.
En América del Sur estas
sombras han mostrado sus tentáculos. Venezuela y Colombia las tienen allí,
ocultas en sectores sociales y políticos que de vez en cuando despliegan en sus
mapas nacionales. Ayer fueron los
problemas limítrofes, hoy las situaciones fronterizas. Basta recordar el
levantamiento de alambradas para cerrar los pasos fronterizos, decretado por el
gobierno de Venezuela en agosto 2015 y la arremetida contra los habitantes
pobres del barrio La Invasión en San Antonio del Táchira. Represión,
deportaciones, marcaje y destrucción de las casas de indocumentados, con el
argumento del combate al contrabando causante de la escasez en Venezuela; luego
quedó demostrado que las fronteras fueron una coartada para ocultar las
verdaderas causas de la crisis venezolana. No obstante, el regodeo xenófobo
ganó sus espacios sociales.
En ocasiones las
respuestas del gobierno colombiano estuvieron salpicadas de la misma
intencionalidad. En el anuncio de la deportación de 33 mujeres venezolanas de
Barrancabermeja, el presidente colombiano señaló que esa medida trataba de
evitar “la invasión de nacionales de Venezuela”. La advertencia, si bien
correspondió a una postura nacionalista en ese juego de la pequeña geopolítica,
coincidió con su homólogo venezolano al desconocer la dinámica en la
convivencia vecinal. En ambos casos el daño quedó en el ambiente y sentimiento
anti-colombiano / anti-venezolano alimentó los patrones xenófobos binacionales.
Estas sombras se
extienden a otros entornos. La gobernadora del estado de Roraima, Brasil, se
declaró en emergencia y denunció la masiva llegada de venezolanos, acusándolos
de generar problemas de seguridad pública, crímenes, tráfico de drogas y
contrabando; de nuevo la criminalización del vecino. En Panamá un grupo
denominado Frente Amplio protesta y criminaliza la migración venezolana y
convocó una manifestación que por fortuna fue un fracaso. En ambos casos, se obvia
la realidad venezolana, pero se expanden las miradas xenófobas.
Cómo estas, se podrían señalar innumerables
situaciones globales y locales que vislumbran un sombrío panorama. Ojalá todo quede
en pasajero momento. Y en el caso venezolano, esperamos pronto el rescate del país
para el bienestar de todo aquel que lo necesite.
Publicado en Diario La Nación. San
Cristóbal, Táchira. 24/11/16
Todas las fotos de este blog pertenecen
al archivo de M. Valero M.
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