jueves, 18 de agosto de 2016

Tarjeta, identidad y fronteras
Mario Valero Martínez

  
Algunos escenas previas a la reapertura de las fronteras entre Venezuela y Colombia dejaron en evidencia el rotundo fracaso de las políticas gubernamentales aplicadas en el territorio limítrofe venezolano sustentadas en el conflicto bilateral, certificaron que nunca hubo un plan alterno para construir la publicitada nueva frontera bolivariana y, entretelones rojos, se observó un contrastante juego geo-geoestratégico pulverizador de la arrogante e irresponsable postura de los funcionarios venezolanos.

Alejados de las fronteras en cuestión, Puerto Ordaz fue el lugar elegido, se concertó el encuentro de los presidentes de ambos países para abordar una salida al embrollo binacional. El presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció la (re) apertura de la frontera en forma ordenada y gradual que, unilateral, brusca y arbitrariamente decidió cerrar su homólogo venezolano en 2015. El lugar, la escena y la resolución acordada han generado múltiples lecturas y variadas interpretaciones; subrayó el desmontaje de los argumentos utilizados por las autoridades venezolanos para justificar la inesperada medida.

En la escena local, abarrotada por desesperados venezolanos deseosos de cruzar la raya para comprar productos alimenticios y medicinas, un grupo musical compuesto por militares colombianos recibió a la gente al son de popular canción la Pollera Colorá. No es un dato curioso o una anécdota más en este dislate fronterizo. Tal vez habrá que observar este acto como una complementaria simbología contrastante con las terroríficas y humillantes escenas de hace un año. La música también cumple su rol geopolítico.

Pasada la euforia, surge la pesadumbre, aparecen las restricciones y probablemente vendrán otras complicaciones.

El acuerdo binacional dejó grandes insatisfacciones y escasas certezas. Salvo el positivo restablecimiento parcial y gradual de los intercambios fronterizos no se anunciaron políticas binacionales que permitan visualizar el aprovechamiento productivo de los territorios limítrofes ni el mejoramiento del bienestar ciudadano. Los puntos suplementarios conforman una lista de ambiguas intenciones, expresados en se creará un centro binacional, se trabajará en un comité técnico, se creará una mesa técnica…, pura retórica. La confusa tarjeta de control migratorio para el tránsito en los municipios colindantes, ha generado gran malestar y una disparatada polémica al no establecerse con claridad su utilidad o momentánea pertinencia.
Este documento administrativo no es novedoso, se ha implementado en otros ámbitos fronterizos de Latinoamérica. Brasil y Argentina lo incluyeron en el Acuerdo sobre Localidades Fronterizas Vinculadas en 2009, un concertado instrumento concebido para contribuir a la integración entre las comunidades de fronteras y mejorar su calidad de vida, proponiendo entre otros aspectos,  áreas de cooperación en materia de salud, educación, con especial mención a la enseñanza de la geografía y la historia en una perspectiva regional e integradora; igualmente asumiendo planes de desarrollo urbano conjunto en localidades donde sea posible o conveniente.

En 2010 Venezuela y Brasil concertaron un acuerdo similar denominado Ley Aprobatoria entre ambos gobiernos sobre localidades fronterizas vinculadas para las localidades de Santa Elena de Uairen y Pacaraima, incorporando la Cédula Vecinal Fronteriza; sin embargo, no hay información sobre la efectividad de esta medida en el ámbito geográfico señalado. En 2015 Bolivia, en convenio bilateral, implementó la Tarjeta Vecinal fronteriza en comunidades aledañas con Brasil y un año después se aplicó en las localidades fronterizas con Argentina.

En los ámbitos fronterizos de Venezuela y Colombia el documento exigido para la movilidad local ha generado suspicacias sobre todo en el contexto acordado, sin evaluar su eficacia en espacios caracterizados por intensas movilidades e intercambios geo-culturales de emergentes identidades inter-fronterizas.

Reabierta parcialmente la frontera este y otros aspectos relacionados con la gestión territorial a escala nacional y binacional deberían abordarse en abierto debate con especial participación de los actores locales (públicos y privados)y sin los prejuicios nacionalistas y patrioteros que han dominado los escenarios binacionales sobre el complejo drama fronterizo. (@mariovalerom)


Publicado en Diario La Nación. Táchira-Venezuela. 18/08/2016

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