sábado, 1 de julio de 2017

Prepotentes y déspotas 
Mario Valero Martínez
@mariovalerom
            Prepotentes y soberbios, así se pavoneaban por América Latina, Europa y también por el continente asiático, proclamando el socialismo del siglo XXI como bálsamo para salvar el mundo. No falto el amplificado eco hasta en adversarios ideológicos, incluso mandatarios de variadas estirpes aplaudían sus gracias; tampoco sobraron los supuestos “teóricos e “intelectuales” de muy dudosa fama mundial que disertaban sobre las supuestas maravillas de la revolución bolivariana. Y que decir de la llamada academia hispanoamericana donde era casi imposible asumir una postura crítica sobre la casta gobernante venezolana, menos aún disentir de su líder cívico-militar porque de inmediato saltaban los insultos de siempre, derechista, golpista, neoliberal y hasta el escuálido lo oímos alguna vez. 
            Pero en realidad no brillaban con luz propia, era una luz artificial conectada a los derivados del pozo petrolero y una chequera que se agitaba en los más oscuros rincones de la sobornada solidaridad. Para eso funcionaron a la perfección las fachadas integracionistas como Petrocaribe y la ALBA.
            Déspotas y altaneros hoy se mueven entre los residuos y la podredumbre, cobrando alguna cuenta en el paraíso fiscal caribeño o prometiendo un chorrito de petróleo a cualquier inescrupuloso negociante centroamericano o suramericano. Se les apagó el brillo de la luz artificiosa. Sólo les queda el soporte de la marginal y atrasada izquierda en España, Francia y Suramérica, algún devaluado foco guerrillero, unos pocos panfletarios revestidos de intelectuales, un par de fracasados y desprestigiados expresidentes ¡ah! También Raúl Castro, Mugabe y Putin.
            Prepotentes y soberbios, así asumieron la conducción del país prometiendo el paraíso en este territorio. Entonces con el apoyo mayoritario cambiaron la Constitución Nacional ofertaron empoderar al pueblo y “refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica…”. Así lo plasmaron en la Constitución Nacional y con grandilocuencia lo divulgaron por el mundo. También prometieron la gótica de petróleo para cada venezolano y anunciaron en un acto de astucia un conjunto de misiones sociales para superar la pobreza. En paralelo, durante mucho tiempo, cualquier acto disidente era calificado como un intento de golpe de estado que respondían con financiadas y costosas movilizaciones; así se lo hacían saber al “solidario” escenario internacional.
            Pero en realidad, como ha quedado demostrado, todo era una farsa pura y dura que solo tenía como objetivo adueñarse y perpetuarse en el poder. Ahora la chequera no tiene fondos, el caudillo ha desapareció y hasta sus propios correligionarios los abandonaron. Arruinaron en país, las misiones sociales y otros beneficios como los CLAP, así como los inverosímiles carnets de la patria, se crearon como los mecanismos humillantes del control político de la población vulnerable, de los más pobres. La democracia una fachada.
            Déspotas y altaneros, apoyados en un cuestionado Tribunal supremo de Justica y un perverso Consejo Nacional Electoral, hoy se mueven en los escombros revolución para impulsar un fraude e imponer un artilugio camuflado en Asamblea Nacional Constituyente de oscuros propósitos. Para alcanzar ese objetivo han desatado la brutal represión militar y han dado rienda suelta a los salvajes colectivos que actúan con saña, sin tapujos ni remordimientos.  Este es el único escenario que les queda a los falsos profetas de la revolución.
Publicado en Diario La Nación Táchira-Venezuela29/06/2017




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