Prepotentes y
déspotas
Mario Valero
Martínez
@mariovalerom
Prepotentes y soberbios, así se
pavoneaban por América Latina, Europa y también por el continente asiático,
proclamando el socialismo del siglo XXI como bálsamo para salvar el mundo. No
falto el amplificado eco hasta en adversarios ideológicos, incluso mandatarios
de variadas estirpes aplaudían sus gracias; tampoco sobraron los supuestos “teóricos
e “intelectuales” de muy dudosa fama mundial que disertaban sobre las supuestas
maravillas de la revolución bolivariana. Y que decir de la llamada academia
hispanoamericana donde era casi imposible asumir una postura crítica sobre la
casta gobernante venezolana, menos aún disentir de su líder cívico-militar
porque de inmediato saltaban los insultos de siempre, derechista, golpista,
neoliberal y hasta el escuálido lo oímos alguna vez.
Pero en realidad no brillaban con
luz propia, era una luz artificial conectada a los derivados del pozo petrolero
y una chequera que se agitaba en los más oscuros rincones de la sobornada
solidaridad. Para eso funcionaron a la perfección las fachadas integracionistas
como Petrocaribe y la ALBA.
Déspotas y altaneros hoy se mueven
entre los residuos y la podredumbre, cobrando alguna cuenta en el paraíso
fiscal caribeño o prometiendo un chorrito de petróleo a cualquier inescrupuloso
negociante centroamericano o suramericano. Se les apagó el brillo de la luz
artificiosa. Sólo les queda el soporte de la marginal y atrasada izquierda en
España, Francia y Suramérica, algún devaluado foco guerrillero, unos pocos
panfletarios revestidos de intelectuales, un par de fracasados y
desprestigiados expresidentes ¡ah! También Raúl Castro, Mugabe y Putin.
Prepotentes y soberbios, así
asumieron la conducción del país prometiendo el paraíso en este territorio.
Entonces con el apoyo mayoritario cambiaron la Constitución Nacional ofertaron empoderar
al pueblo y “refundar la República para establecer una sociedad democrática,
participativa y protagónica…”. Así lo plasmaron en la Constitución Nacional y
con grandilocuencia lo divulgaron por el mundo. También prometieron la gótica
de petróleo para cada venezolano y anunciaron en un acto de astucia un conjunto
de misiones sociales para superar la pobreza. En paralelo, durante mucho tiempo,
cualquier acto disidente era calificado como un intento de golpe de estado que
respondían con financiadas y costosas movilizaciones; así se lo hacían saber al
“solidario” escenario internacional.
Pero en realidad, como ha quedado
demostrado, todo era una farsa pura y dura que solo tenía como objetivo adueñarse
y perpetuarse en el poder. Ahora la chequera no tiene fondos, el caudillo ha
desapareció y hasta sus propios correligionarios los abandonaron. Arruinaron en
país, las misiones sociales y otros beneficios como los CLAP, así como los
inverosímiles carnets de la patria, se crearon como los mecanismos humillantes
del control político de la población vulnerable, de los más pobres. La
democracia una fachada.
Déspotas y altaneros, apoyados en un
cuestionado Tribunal supremo de Justica y un perverso Consejo Nacional
Electoral, hoy se mueven en los escombros revolución para impulsar un fraude e
imponer un artilugio camuflado en Asamblea Nacional Constituyente de oscuros
propósitos. Para alcanzar ese objetivo han desatado la brutal represión militar
y han dado rienda suelta a los salvajes colectivos que actúan con saña, sin
tapujos ni remordimientos. Este es el
único escenario que les queda a los falsos profetas de la revolución.
Publicado en Diario
La Nación Táchira-Venezuela29/06/2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario