lunes, 18 de diciembre de 2017

El fanatismo militante
Mario Valero Martínez @mariovalerom

Una señora mayor, traje humilde y cédula en mano espera el turno para votar en la elección del Alcalde de la Ciudad, alguien le preguntó por quién votaría y ella en baja voz respondió que no quería perder la pensión; en las inmediatas reacciones de otros votantes no faltaron las recriminaciones y las acusaciones de inconciencia.  Al pasar la señora a ejercer su derecho a elegir la esperaba el infame funcionario asignado para asistir y controlar su voto. Quienes juzgaron a la señora seguramente les cuesta entender algo tan simple como es su miedo a perder lo que probablemente es su único sustento y más aún, cuando no le han presentado una propuesta alterna que le de confianza para arriesgarse y ejercer libremente su derecho. Pero sobre todo los inquisidores olvidan que ella no es la culpable, sino la victima del inescrupuloso gobierno. En esta ruda realidad venezolana abunda el simplismo descriptivo, a veces ex profeso, casi siempre inducido por el fanatismo militante, aunque no son menos las ingenuas opiniones acusadoras.
Cerca del centro de votación se observaba la otra humillante escena. Allí estaban instalados los llamados puntos rojos del partido de gobierno controlando el voto con el ultrajante carnet de la patria. No había disimulo, era la descarada humillación convertida en práctica electorera, como tampoco lo hubo en el presidente, los ministros, los jefes militares, los funcionarios de todo tipo, chantajeando con las necesidades de la gente. Así transcurrió todo el día de las elecciones municipales. Esa fue en esencia la oferta electoral del oficialismo y las líneas programáticas de lo que serían sus gobiernos locales.
            Al final de la jornada electoral en las redes sociales se especulaba sobre ganadores y perdedores. El fanatismo militante intensificó su actividad regodeándose en sus triunfos fraudulentos y por supuesto no faltaron los insultos dirigidos a los derrotados. En la otra orilla los fanáticos del abstencionismo militante entraron en la competencia tuitera y regocijándose en la escasa participación electoral, se declaraban triunfadores; tampoco perdieron la oportunidad para burlarse de quienes fuimos a votar y arreciaron en sus acusaciones de colaboracionistas con el régimen, una vez más anunciaron que ya derrocarían al gobierno.
            Otros dejaron de lado la tan mentada “objetividad” para entrar en el maniqueo juego de los números, adobados del sarcasmo para referirse a los derrotados; estos también obviaron el contexto vivido con el chantaje electoral. Ni una sola mención a las terribles travesías a que han sido sometidos los ganadores que no son afectos al régimen; ni una referencia al arrebato de competencias, al desmantelamiento de las instituciones estadales y municipales, al sometimiento a inconstitucionales actos, a los recortes de presupuesto, en fin larga es la lista que incluye destitución y cárcel.  
            A pesar de toda esa situación, de la desconfianza en el Consejo Nacional Electoral apéndice del gobierno y de la incomprensible e irresponsable decisión de los principales partidos de la oposición agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática de unirse al coro abstencionista, sigo pensando que votar en cualquier circunstancia, incluso las más adversas y aberrantes, es parte importante de la solución y volveré a votar contra este régimen cada vez que hayan elecciones.  

Este artículo de opinión fue publicado en Diario La Nación. Táchira- Venezuela 14/12/2017



sábado, 9 de diciembre de 2017

Los que se van
Mario Valero Martínez / @mariovalerom

            No hay lugar en esta desestructurada cotidianidad venezolana donde no surja como tema de conversación recurrente, el relato del familiar o del amigo que se fue, las noticias de los que se van y la información de los que tienen planes de desmontar la casa para buscar otros derroteros. En algunos ambientes se insiste en preguntar ¿Por qué no te vas? Y casi siempre se escuchan las repuestas dudosas. No es para menos, las razones sobran en esta dinámica hiperinflacionaria de Venezuela, certificada por los economistas y corroborada en la diaria supervivencia.
            Emigrar, como hemos insistido en esta página de opinión, es una difícil decisión que tiene múltiples aristas y variadas implicaciones geo-culturales, en todo caso es una determinación personal o familiar respetable, sobre todo si creemos en la libertad de elegir nuestros destinos.  Pero observado desde otra perspectiva, el proceso migratorio es un tema complejo que trasciende la anécdota e incluso la barrera del dato demográfico y cuando se trata de casos como el de Venezuela donde es evidente el acelerado incremento migratorio, entonces se deben revisar los marcados impactos tanto en el territorio que se deja atrás, como en los destinos finales que siempre serán geográficamente diferenciados.
Esta precisión tiene pertinencia porque hasta en los ámbitos académicos son frecuentes las simplistas interpretaciones de estos desplazamientos de la gente, reducidos a constantes relatos de los triunfadores en tiempo record y en lejanas tierras, o por contraste, a reportajes que describen la situación de los inmigrantes durmiendo en plazas y calles o viviendo en “solidarios” refugios.  
Se especula, todo el que emigra triunfa, sin embargo casi siempre los que se van sin plan de ruta, y no son pocos, no tienen el éxito inmediato; o se juzgan, casi siempre injustamente, cuando en determinadas localidades del país elegido se advierte su inesperado crecimiento. En cualquier caso se van dejando de lado el análisis de las causas originarias del problema -y los desplazamientos masivos los son- es decir, se relega a segundos planos el gran fracaso gubernamental y sobre todo su “modelo” revolucionario que empuja a la gente de todos los sectores sociales y edades a emigrar.
Pero hay algo muy preocupante en toda esta tragedia venezolana que está vinculado directa o indirectamente a ese proceso migratorio, esto es la deserción en todos los niveles educativos, y especialmente alarmante el abandono de las aulas universitarias.  Lamentablemente esta grave situación no se discute en las instituciones universitarias, imbuidas en el inmediatismo administrativo, ni que decir en las esferas gubernamentales, cuyo interés por Venezuela se refleja en el gran anuncio de algún reciclado viceministro de economía al informar la instalación de una fábrica de fusiles kalashnikov en el año 2018 ¡Vaya futuro el que se ofrece, entre fusiles rusos y aulas abandonadas!  Dura tarea que afrontar para quienes nos quedamos y queremos contribuir con la reconstrucción de Venezuela.  


Este artículo fue publicado en Diario La Nación Táchira-Venezuela el 30 /11/2017
http://lanacionweb.com/opinion/los-que-se-van/


__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________




Las escenas, las gavetas y el barrio
Mario Valero Martínez / @mariovalerom
Aún me pregunto cómo se vería la escena en la casa del barrio, los platos vacíos sobre la mesa del comedor desde hace unos cuantos días y la televisión encendida con la obligada transmisión gubernamental describiendo un país inexistente. La escenografía, el atrezo y el encuadre perfecto en la pantalla para que el personaje anuncie el contacto con otro falseado escenario; por unos instantes la cámara se queda enfocándolo, él mirada hacia los lados y en raudo movimiento abre una gaveta de su presidencial escritorio, toma una empanada y se engulle la mitad en un solo bocado; alrededor están sus imperturbables adláteres ¿Cuántas veces habrán observado esa escena? Es el festín solitario de quien días antes había declarado con sonora guasa, “Venezuela es Venezuela, jodidos, pero felices”.
Desde el barrio se podría imaginar esas gavetas repletas de carpetas con planes para el país, folios con decretos urgentes para resolver la insoportable inflación, hojas tipo carta escritas con medidas para atender la desnutrición, cuartillas con soluciones a los graves problemas médico-asistenciales, urgentes folios con alternativas para contener expansivas endemias como la difteria y la malaria,  ensayos sobre la alarmante deserción escolar, diseños para atacar la inseguridad, unas cuartillas para recuperar la productividad y tantas otras situaciones que nos hunden en la miseria cotidiana. También podría haber conjeturado que esas gavetas estaban llenas del indispensable material para la eficaz gerencia, unas resmas de papel, algunos borradores, unos cuantos clips, un par de lápices, carpetas con ganchos, unas pegatinas, una Tablet de última generación. Pero no, nada parecido, ahora sabemos con certeza lo que se guarda en los cajoncillos del impecable escritorio de madera presidencial. El reality show ha superado la imaginación
Es probable que la escena del escritorio en el barrio haya generado la humana irritación y la animadversión contra el desparecido Supremo Hacedor y sus herederos de la Revolución Bolivariana; qué otra cosa pueden esperar del desventurado ciudadano que tiene enormes dificultades para adquirir los alimentos básicos de consumo diario o de aquellos que la necesidad obliga a someterse al control del patriota carnet para el reparto de las esporádicas migajas que van quedando del derroche y la corrupción.
Pero todo converge en la inevitable visualización de la brutal distancia entre la opulencia de unos pocos y el empobrecimiento de la mayoría ciudadana que deambula entre la cruda realidad de las colas callejeras y los abarrotados pasos de fronteras. Estas no son escenografías decorativas, son los tristes paisajes que se pretenden ocultar con una cínica vicepresidencia para la felicidad y ahora con la represiva legislación disfrazada de castigo al odio e imponer el silencio. Lo que faltaba en revolución ¡el colmo!  Como dijo por ahí un especialista en la materia, hasta nuestras emociones las quieren reprimir.  ¿Fortaleza o debilidad? Amanecerá y veremos.
Cuentan en los 140 caracteres del twitter que por el desliz televisado destituyeron al Ministro de (des)información y propaganda del régimen a quien, además, dieron un ejemplar castigo nombrándolo Ministro de Cultura. Ninguna sorpresa, es parte del refrito guion revolucionario del siglo XXI con sus grasientos bordes y su rancio olor al fondo.

Publicado en Diario de La Nación Táchira-Venezuela 16 noviembre 2017
http://lanacionweb.com/opinion/las-escenas-las-gavetas-y-el-barrio/





Posturas sin matices Mario Valero Martínez Publicado en Diario La Nación.   Táchira-Venezuela 25/05/2018 Hace unas décadas ...