Las
escenas, las gavetas y el barrio
Mario Valero Martínez /
@mariovalerom
Aún me pregunto
cómo se vería la escena en la casa del barrio, los platos vacíos sobre la mesa
del comedor desde hace unos cuantos días y la televisión encendida con la
obligada transmisión gubernamental describiendo un país inexistente. La
escenografía, el atrezo y el encuadre perfecto en la pantalla para que el personaje
anuncie el contacto con otro falseado escenario; por unos instantes la cámara
se queda enfocándolo, él mirada hacia los lados y en raudo movimiento abre una
gaveta de su presidencial escritorio, toma una empanada y se engulle la mitad
en un solo bocado; alrededor están sus imperturbables adláteres ¿Cuántas veces
habrán observado esa escena? Es el festín solitario de quien días antes había declarado
con sonora guasa, “Venezuela es Venezuela, jodidos, pero felices”.
Desde el barrio
se podría imaginar esas gavetas repletas de carpetas con planes para el país,
folios con decretos urgentes para resolver la insoportable inflación, hojas
tipo carta escritas con medidas para atender la desnutrición, cuartillas con soluciones
a los graves problemas médico-asistenciales, urgentes folios con alternativas
para contener expansivas endemias como la difteria y la malaria, ensayos sobre la alarmante deserción escolar,
diseños para atacar la inseguridad, unas cuartillas para recuperar la
productividad y tantas otras situaciones que nos hunden en la miseria
cotidiana. También podría haber conjeturado que esas gavetas estaban llenas del
indispensable material para la eficaz gerencia, unas resmas de papel, algunos
borradores, unos cuantos clips, un par de lápices, carpetas con ganchos, unas
pegatinas, una Tablet de última generación. Pero no, nada parecido, ahora
sabemos con certeza lo que se guarda en los cajoncillos del impecable
escritorio de madera presidencial. El reality show ha superado la imaginación
Es probable que
la escena del escritorio en el barrio haya generado la humana irritación y la
animadversión contra el desparecido Supremo Hacedor y sus herederos de la
Revolución Bolivariana; qué otra cosa pueden esperar del desventurado ciudadano
que tiene enormes dificultades para adquirir los alimentos básicos de consumo
diario o de aquellos que la necesidad obliga a someterse al control del
patriota carnet para el reparto de las esporádicas migajas que van quedando del
derroche y la corrupción.
Pero todo
converge en la inevitable visualización de la brutal distancia entre la
opulencia de unos pocos y el empobrecimiento de la mayoría ciudadana que
deambula entre la cruda realidad de las colas callejeras y los abarrotados
pasos de fronteras. Estas no son escenografías decorativas, son los tristes
paisajes que se pretenden ocultar con una cínica vicepresidencia para la
felicidad y ahora con la represiva legislación disfrazada de castigo al odio e
imponer el silencio. Lo que faltaba en revolución ¡el colmo! Como dijo por ahí un especialista en la
materia, hasta nuestras emociones las quieren reprimir. ¿Fortaleza o debilidad? Amanecerá y veremos.
Cuentan en los
140 caracteres del twitter que por el desliz televisado destituyeron al
Ministro de (des)información y propaganda del régimen a quien, además, dieron
un ejemplar castigo nombrándolo Ministro de Cultura. Ninguna sorpresa, es parte
del refrito guion revolucionario del siglo XXI con sus grasientos bordes y su
rancio olor al fondo.
Publicado en Diario de La Nación Táchira-Venezuela
16 noviembre 2017
http://lanacionweb.com/opinion/las-escenas-las-gavetas-y-el-barrio/
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