Geografía del hambre
Mario
Valero Martínez
@mariovalerom
En el año 1966 se publicó la tercera
edición en español del libro Geografía del Hambre (The Geography of Hunger)
escrita por el brasileño Josué De Castro. La obra tuvo un gran impacto mundial
al abordar una cuestión que para entonces, como lo señaló el autor, era un tema
tabú; de igual manera el texto fue un importante aporte a los estudios de la
geografía humana en su versión posibilista, pero trascendiendo la predominante
atención lineal de la relación hombre-naturaleza. En 1975 el mismo autor publicó en dos tomos una versión revisada de
esta temática bajo el título Geopolítica del Hambre; en esta ocasión utilizó
como fundamentación una perspectiva geopolítica que definió como una disciplina
científica, aunque aclarando que la asumía como “método de interpretación de
los fenómenos políticos en su realidad espacial” Dejando de lado estas y otras
disquisiciones, a veces contradictorias en su esencial planteamiento, en ambos
textos con similar contenido, logró poner en el tapete la discusión sobre el
hambre en la humanidad.
He recordado estos libros, arrinconados
en la sección de la geografía olvidada en la biblioteca personal, a propósito
de las escenas que a diario se observan en la dura realidad venezolana y
guardando las distancias imprescindibles con los planteamientos del autor y los
contextos analizados, nos retrotrae de nuevo al tema tabú pero en la Venezuela
contemporánea: el hambre.
Impensable años atrás la terrible
situación venezolana en materia alimenticia. El reciente informe del Observatorio
Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) publicado en su página web es
revelador al documentar 52 saqueos y 32 intentos de saqueos en el mes de mayo y
en la sumatoria de cinco meses de 2016 la cifra es de 254 eventos con estas
características; igualmente se registran las 172 protestas rechazando la
escasez y el desabastecimiento y en lo que va del año el OVCS documentó 680 protestas por alimentos.
Brutal los asaltos cada vez más
frecuentes a establecimientos donde se presumen depósitos de rubros
alimenticios.
Inimaginable años atrás la gente
sometida a la violencia de los redes “bachaqueras” por el control de los
escasos productos alimenticios. Irritante la humillación con el reparto de las
migajas en bolsas de mercado dejadas por la corrupta boli-burguesía
revolucionaria a través de esos esperpentos denominados Comité Locales de Alimentación
y Producción (CLAP) que además, como se ha denunciado en los barrios más
pobres, excluyen a quienes no militen en sus filas rojas; la barbaridad no
tiene límites. Entristecedor encontrar a la gente gritando en profundo
desespero “queremos comida”. Nuestro drama alimenticio se agudiza y no sólo se
trata del consumo diario, también de los problemas nutricionales que afloran,
tal como lo señalan los expertos.
Pero esa terrible realidad
socio-espacial no existe para los voceros gubernamentales, no se muestran en
sus despliegues mediáticos y se encubren en falaces y rancios discursos
geopolíticos en el escenario internacional. Se empeñan en presentar a Venezuela
como el país de las maravillas. Por cierto, ¿quién ha visto el rostro del viceministro de la
Suprema Felicidad? ¿Padecerá las dificultades de la gente en su cotidianidad?
¿Tendrá Hambre? La realidad de las
calles es cruda, los desnuda; de la pobreza nos deslizamos al hambre.
Tal vez nos sirva como síntesis referencial
lo escrito por el geógrafo Max Sorre en el prefacio del libro Geopolítica del
Hambre en su edición francesa: “Los cuadros más sombríos, que sólo estábamos
acostumbrados a ver en la literatura, tomaron en nuestra carne calor y
realidad”.
Publicado en Diario La Nación. Táchira-Venezuela.
9 de junio de 2016
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