jueves, 21 de julio de 2016

Geografía del hambre
Mario Valero Martínez
@mariovalerom

En el año 1966 se publicó la tercera edición en español del libro Geografía del Hambre (The Geography of Hunger) escrita por el brasileño Josué De Castro. La obra tuvo un gran impacto mundial al abordar una cuestión que para entonces, como lo señaló el autor, era un tema tabú; de igual manera el texto fue un importante aporte a los estudios de la geografía humana en su versión posibilista, pero trascendiendo la predominante atención lineal de la relación hombre-naturaleza. En 1975 el mismo autor  publicó en dos tomos una versión revisada de esta temática bajo el título Geopolítica del Hambre; en esta ocasión utilizó como fundamentación una perspectiva geopolítica que definió como una disciplina científica, aunque aclarando que la asumía como “método de interpretación de los fenómenos políticos en su realidad espacial” Dejando de lado estas y otras disquisiciones, a veces contradictorias en su esencial planteamiento, en ambos textos con similar contenido, logró poner en el tapete la discusión sobre el hambre en la humanidad.  

He recordado estos libros, arrinconados en la sección de la geografía olvidada en la biblioteca personal, a propósito de las escenas que a diario se observan en la dura realidad venezolana y guardando las distancias imprescindibles con los planteamientos del autor y los contextos analizados, nos retrotrae de nuevo al tema tabú pero en la Venezuela contemporánea: el hambre.

Impensable años atrás la terrible situación venezolana en materia alimenticia. El reciente informe del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) publicado en su página web es revelador al documentar 52 saqueos y 32 intentos de saqueos en el mes de mayo y en la sumatoria de cinco meses de 2016 la cifra es de 254 eventos con estas características; igualmente se registran las 172 protestas rechazando la escasez y el desabastecimiento y en lo que va del año el OVCS  documentó 680 protestas por alimentos. Brutal  los asaltos cada vez más frecuentes a establecimientos donde se presumen depósitos de rubros alimenticios.

Inimaginable años atrás la gente sometida a la violencia de los redes “bachaqueras” por el control de los escasos productos alimenticios. Irritante la humillación con el reparto de las migajas en bolsas de mercado dejadas por la corrupta boli-burguesía revolucionaria a través de esos esperpentos denominados Comité Locales de Alimentación y Producción (CLAP) que además, como se ha denunciado en los barrios más pobres, excluyen a quienes no militen en sus filas rojas; la barbaridad no tiene límites. Entristecedor encontrar a la gente gritando en profundo desespero “queremos comida”. Nuestro drama alimenticio se agudiza y no sólo se trata del consumo diario, también de los problemas nutricionales que afloran, tal como lo señalan los expertos.

Pero esa terrible realidad socio-espacial no existe para los voceros gubernamentales, no se muestran en sus despliegues mediáticos y se encubren en falaces y rancios discursos geopolíticos en el escenario internacional. Se empeñan en presentar a Venezuela como el país de las maravillas. Por cierto, ¿quién  ha visto el rostro del viceministro de la Suprema Felicidad? ¿Padecerá las dificultades de la gente en su cotidianidad? ¿Tendrá Hambre?  La realidad de las calles es cruda, los desnuda; de la pobreza nos deslizamos al hambre.

Tal vez nos sirva como síntesis referencial lo escrito por el geógrafo Max Sorre en el prefacio del libro Geopolítica del Hambre en su edición francesa: “Los cuadros más sombríos, que sólo estábamos acostumbrados a ver en la literatura, tomaron en nuestra carne calor y realidad”.

Publicado en Diario La Nación. Táchira-Venezuela. 9 de junio de 2016

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