Paisajes
de la emergencia
Mario Valero Martínez /
@mariovalerom
Sin
duda, cualquier afección que altere la salud genera inmediata preocupación en
la persona o comunidad que la padece, aunque su intensidad es proporcional al
tipo de padecimiento. El cáncer, por ejemplo, es una enfermedad que hace saltar
los más oscuros imaginarios, la sombra de hades acecha; se transita por caminos
pedregosos, o por las orillas de riesgosos acantilados. Afortunadamente, cada
día se reciben alentadoras noticias sobre tratamientos exitosos que aumentan
las vidas salvadas. Para muchos, la esperanza se ha hecho realidad y entonces
podemos contar la historia. Los especialistas en estas materias insisten en la
necesidad urgente de crear ambientes adecuados para el tratamiento, así como
estimular la investigación sobre ese terrible trastorno, eso requiere sinceras
y prioritarias políticas gubernamentales de inversión. En términos globales, se
trata de prestar mayor atención a la Geografía de la Salud.
Pero
lo observado en Venezuela en estos años no es nada alentador cuando se describe
la dramática situación que gira en torno a este doloroso padecimiento. Son
frecuentes las protestas tanto de gremios de la salud como de diferentes
sectores sociales, denunciando las graves insuficiencias en los diferentes
niveles de atención sanitaria; en las redes sociales aumentan aceleradamente
los mensajes enviados por familiares o amigos de los desesperados pacientes con
cáncer en la búsqueda de algún fármaco indispensable en su tratamiento; también
agobian las reseñas sobre los elevados costos de la medicación. Y, lo más
doloroso, los testimonios desde las fragilidades personales relatando sus
dramáticos casos y cuando se trata de niños, lastima el alma, ocasiona
pesadumbre y gran irritación.
Entonces,
casi al instante, emergen las informaciones que hacen recordar los millones y
millones de dólares desviados en las danzas de la corrupción bolivariana a las amuralladas
cuevas de los pillos que se mueven en el sector salud, y rebotan las
millonarias sumas de dinero dilapidadas en inútiles armamentos militares. De la
tristeza pasamos a la indignación. Según el Instituto de Investigación de la
Paz de Estocolmo El gobierno revolucionario de la República Bolivariana de
Venezuela invirtió en el año 2015 la cantidad de 162 millones de dólares en
compra de armas (147 millones en China; 6 millones en Estados Unidos, 5
millones e Austria y 4 millones en Holanda) y entre 1999 y 2015 gastó
5.620.000.000 millones en armamento militar. El fin de semana pasado el
gobierno gastó un poco más de 20 millones de dólares en inverosímiles
ejercicios militares. Las cifras no merecen más comentarios.
El cáncer es una enfermedad
dura, desesperante, no espera; quienes lo padecen transitan por los paisajes de
la emergencia. Nada justifica el estado en que se encuentra este y todo el
sector salud, aquí también se revientan las costuras, evidenciando otro enorme
fracaso gubernamental.
Entre tanto, uno de los
vicepresidentes del gobierno, el profesor Aristobulo Isturiz en “magistral
clase se pregunta ¿No les gusta Maduros? Y se responde: no les gusta “se lo
calan”. Aquí también los comentarios sobran. Apoltronados en el poder político,
apelan a panfletarias consignas socialistas para justificar la ruina y el
descalabro del país. Razones sobran para no calárselo. Y sobre esas ruinas
emergerá la Venezuela posible, esa esperanza no la mata un ejercicio militar de
fin de semana, ni un ofensivo discurso profesoral.
Publicado en Diario La Nación.
Táchira-Venezuela. 26 de mayo de 2016
http://lanacionweb.com/columnas/opinion/paisajes-de-la-emergencia?c=32135
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